Era una tarde gris y gélida. Esperábamos la salida de nuestro autobús rumbo a Acapulco, en aquella terminal de autobuses de "La Flecha Roja", ubicada en San Antonio Abad.
Los pequeños ojos de Doña Ruffus nunca dormían a pesar del cansancio. Ella observaba siempre el movimiento de la gente, poseía un sexto sentido que le daba cierta ventaja al intuir un negocio.
Mientras yo me distraía viendo la tienda de los discos o leyendo un periódico, mi madre, no despegó la mirada de un hombre robusto, de frente amplia al que yo encontré (en ese momento) tremendo parecido al "Carnal Marcelo".
Este simpático señor ofrecía pregoneramente dulces de tamarindo y cocadas que sobre una tabla a manera de charola, sostenía en una mano.
-¿Y usted, elabora los dulces?
-Si señora, pruébelos, están muy ricos...
-Si, claro ya veo, pero...¿Usted, compra tamarindo?
-Sí, aquí en la merced...
-¿Qué tanto compra?
-Dos y hasta tres toneladas cada tres meses.
Con mis hijos y tres empleados más elaboramos los dulces en un pequeño taller de mi casa en Ixtapalapa...
Después de escucharlo, mi mamá le ofreció llevarle tamarindo a un precio que don Francisco no creyó. En poco tiempo, inició una sociedad comercial que detonó en un emporio. De aquella humilde familia que elaboraba dulces y cocadas, nació un prospero magnate: mi compadre Francisco Torres Montiel Jr, ingeniero mecánico por el politécnico, que con su ingenio, invento máquinas para fabricar sus productos. Estos empezaron a tener gran demanda al grado que fue necesario comprar un gran terreno en que se edificaría lo que hoy es un monstruo comercial. De una planta de tres trabajadores, se hizo imperioso contratar más personal.
Sin duda, el haber encontrado una proveedora como doña Ruffus, había favorecido los costos de producción y "Pancho" no ocultaba su agradecimiento a mi madre. Esa amistad quedó sellada cuando vino a Cruz Grande a apadrinar a mi hija Vianella en su bautizo.
Hoy grupo Frato opera desde Miami, Florida. Cuestiones de la inseguridad hicieron que Pancho se fuera de México; había sufrido ya dos secuestros.
Los productos de Frato, antes Tamaroca, hoy son vendidos por tiendas como Samborns.
Era tan fácil hacer negocio con Pancho que en ocasiones nos sorprendía.
-¡Doña Ruffus, no tengo para pagarle el tamarindo en estos momentos. Quédese con mi Ford Topaz y ahí muere, mande a Tito por él!
Esos fueron los días...