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Lúcido. Nos sorprende gratamente. Conversa con naturalidad y congruencia. No parece un ex-boxedor que recibió tantos golpes arriba del ring. Es todo un personaje y goza de muy buena salud física y mental. Vino a Cruz Grande al homenaje a Gabriel Bernal. Ha sido nombrado recientemente comisionado de box en el puerto. |
Lo conocimos una lluviosa mañana a las puertas de los "Baños Margarita", en la colonia de los Doctores de la actual CDMX. Aquel joven costeño sufría quizá los rigores de la pobreza y el hambre: pelaba una naranja. Sus gruesos labios partidos por el frío; develaban la férrea voluntad de adaptarse a un clima extraño. Era Marcos Villasana esperando a su manager Guadalupe Sánchez; eran los albores de su carrera. Nadie hubiera dado un peso por aquel costeño que iniciaba un largo caminar a través de los enlonados de los cuadriláteros del mundo.
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Nació en San José de Guatemala, (cerca de las Lomas de Chapultepec), más cerca del Acapulco que de San Marcos. Nuestros vecinos orgullosamente lo llaman sanmarqueño. El se deja querer... así lucía en sus años de gloria. |
Adentro del gimnasio ya trabajaban los seconds ayudando a entrenar a los boxeadores que aporreaban costales y peras locas. Los silbatazos marcando el tiempo para descansar tal y como si estuvieran en pleno combate se escuchaban a cada momento. Grandes figuras como Guadalupe Pintor, Sal Sánchez, Pipino Cuévas y Gabriel Bernal, sudaban y hacían box de sombra frente al espejo. Cuyo Hernández y Cristóbal Rosas eran los patrones de aquellos singulares sitios de duro trabajo. Marcos veía al
brochas Pintor después de bañarse; enfundado en un impecable traje y corbata; atender a los reporteros de la televisión y los medios impresos. Intimamente soñaba con llegar un día a ser como él: un triunfador y ser famoso. La historia de Villasana levantando el brazo en Manchester, Inglaterra, la conocen sus paisanos y los aficionados al box; sus duros inicios, muy pocos.