de un sabor que a todos pica,
Sangre brava y pendenciera;
hecha de buena madera:
región de mi costa chica"
Carlos Manzo Mejía.
Al describir de esta forma la "sangre caliente" de nuestra raza; el poeta cruceño, lo hizo con el orgullo de saber que nuestros antepasados los Yopes; nos legaron un carácter indómito.
Los Yopes, la cultura prehispánica que floreció a los márgenes del río de Nexpa, que se extendió hasta el norte de nuestra entidad; ocupó -como sabemos-, casi toda la costa chica, especialmente San Marcos y Ayutla. El denominado reino de Ayacaxtla, provenía de las tierras de Michoacán.
Acerca de su indómito espíritu de libertad e independencia se habla frecuentemente, y se hace reconociendo que jamás fueron doblegados por el reino de la triple alianza. Algunas contradicciones encontramos acerca de esto, por ejemplo, en el museo de Ayutla donde se proclamó el famoso plan; encontramos algunas ilustraciones y notas que atestiguan la entrega del tributo al emperador azteca consistente en oro, pieles, etc.
Se sabe que nuestros antepasados eran guerreros feroces. El conocimiento de su propio terreno, cuevas, ríos, pero sobretodo lo accidentado de estos, eran los aliados más efectivos para repeler la invasión de los ejércitos de Moctezuma.
Los historiadores curiosamente describen a los Yopes masculinos como "prietos" y, "de piel muy blanca" a las mujeres de la misma raza.
La manera de contraer matrimonio de los yopes era solicitando la mano de las doncella o muchacha
"en edad de merecer". Los padres de la contrayente aceptaban y recibían en su casa al pretendiente. Al casar a la joven pareja el recién casado era puesto a prueba; se le proporcionaban implementos agrícolas para trabajar la tierra y practicar la pesca. En caso de que resultara un inepto o un bueno para nada, era expulsado de su nuevo hogar. Lo sorprendentemente agradable es que la mujer quedaba habilitada para contraer nupcias nuevamente.
La infidelidad para los yopes representaba una cuestión de honor que no podía exonerarse, sobretodo para las mujeres. Una fémina de los yopes que hubiera tenido algún desliz, se le castigaba con la mutilación de la nariz. Esta práctica se realizaba arrancando a mordiscos la punta de la misma. De esta manera se identificaba a aquella mujer que había deshonrado a su cónyuge....Continuará.