-¡Toma mi caballo y móntalo!- le dijo Abel a Fermín.
-¿Y tu qué vas a hacer Vale?
-Le voy a montar a ese toro, -contestó mientras le cortaba crin a la cola de su cuaco, para amarrar la espuela de charro e impedir que dieran vuelta-.
El toro que estaba en centro del corral era temido y peligroso, ya llevaba buen rato en espera de ser montado y el jinete que había prometido subirlo, se indispuso al verlo de cerca.
Era el 3 de mayo, era la feria, el corral del jaripeo lucía pletórico y las muchachas más bonitas del pueblo estaban en el palco; Abel se subió al burel, nunca había sido derrotado en toda su vida de montador; apretó las manos bajo el pretil y esperó a que soltarán al animal que furioso, se levantó para arrancar velozmente reparando con bravura. La música de viento hacía más emocionante la monta.
Para Abel eran momentos eternos y la adrenalina lo hacía disfrutar el peligro que pasaba, al montar aquel animal que seguía reparando con violencia queriendo quitárselo de encima.
Después de una vuelta completa al redil, el toro cruzó velozmente en diagonal aquel terreno buscando salida. Al llegar a la puerta el astado intentó saltar los gruesos postes de la cerca. En un segundo intento el toro logró salvar el corral, ante un ¡aahhhh...! estentóreo del público, que vio al valiente jinete, todavía montado en el lomo del animal, caer con el burel al librar el obstáculo. La gente agradeció con vivas y aplausos aquel gesto de arrojo y valor de Abel Manzanarez García, que nunca se soltó y que al llegar todavía montado al legendario Arrollo de los novios* ser auxiliado por los jinetes de a caballo, saltó del astado terminando exitosamente aquella espectacular monta. Hasta él, llegaron Don Felipe Gatica y Don Rúben Farfán organizadores del jaripeo, para felicitarlo y llevarlo al centro del corral. Los jóvenes amigos del Vale, lo llevaban a hombros. Vio con emoción cómo desde el palco, las muchachas le lanzaban besos.
Fermín Manzanarez: "El Vale". Además de jinete, es especialista en hacer su famosa barbacoa "de pozo".... |
Abel Manzanarez...Tablajero. Un gran aficionado al baile. Ejecuta el danzón con mucho estilo. |
"Dos tipos de cuidado" Fermín y Abel Manzanarez. De admirable temple; propio de los Manzanarez- García. Los queridos Valedores. |
Nos sirve esta anécdota de Don Abel Manzanarez García, para reconocer a quiénes por muchos años brindaron al público las emociones del jaripeo, sin recibir un sólo centavo por arriesgar la vida. Era la época romántica de montar por "amor al arte".
Los hermanos Abel y Fermín Manzanarez, llegaron a finales de los 50´s a Aquel Cruz Grande y se integraron a la vida del pueblo.
Fueron jinetes en su natal Santa Cruz, municipio de Tepecoacuilco, Gro. En aquellos años su fama trascendió de manera notable en las plazas de aquella región, donde fueron admirados al grado de que hace unos años fueron reconocidos por las autoridades de Tepecoacuilco como Jinetes Invictos y Campeones del Jaripeo. En especial Abel Manzanarez es reconocido en aquellas tierras por ser creador de un suerte temeraria-que nadie la hace ya-, y que consistía en saltar del lomo, al cuello del toro en plena monta al mismo tiempo que cruzaba las piernas para sujetarse, y quedar con la vista hacia la parte trasera del astado. No conocieron la caída en ninguna plaza y en ningún jaripeo; quizá su secreto fue que en su carrera de jinetes no probaban una gota de alcohol. El Blog les rinde homenaje en vida y les reconoce haber brindado tantas emociones, sin esperar una recompensa. Larga vida a los Valedores y... gracias por las emociones.
*Se le conocía como "Arroyo de los novios" por ser lugar -invariablemente elegido-donde se citaban las parejas para emprender la famosa "huida" con "fines" matrimoniales, ya que después de tal acontecimiento se solicitaba el "parecer" -especie de opinión o visto bueno- de los padres de la novia, en que también -llegado el caso de recibir la aprobación - se fijaba la fecha de la boda.
*Se le conocía como "Arroyo de los novios" por ser lugar -invariablemente elegido-donde se citaban las parejas para emprender la famosa "huida" con "fines" matrimoniales, ya que después de tal acontecimiento se solicitaba el "parecer" -especie de opinión o visto bueno- de los padres de la novia, en que también -llegado el caso de recibir la aprobación - se fijaba la fecha de la boda.
*Si te gustan las historias de Aquel Cruz Grande ve al archivo del blog, que se encuentra en la parte de abajo.
ESO ES TODO TITO!!!
ResponderEliminarGracias Chiva...
ResponderEliminar