"Aquel Cruz Grande" (D.R.) 2015.

IDEA,DISEÑO,IMÁGENES, TEXTOS Y REALIZACIÓN:
ELISEO JUÁREZ RODRÍGUEZ.
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domingo, 24 de febrero de 2019

¡HASTA SIEMPRE DON CHICO SAAVEDRA Y GRACIAS POR SUS VERSOS !

Un verdadero ìcono de Cruz Grande. Nacido un 24 de Julio de 1932, y fallecido el 23 de este mes de Febrero, Francisco Carmona Saavedra, popularmente conocido como “Chico Saavedra”, es sin duda el prototipo del auténtico cruceño que conocìa a todos y todos lo conocìamos a èl.
Aunque no podemos darle un tratamiento de literato como lo hizo alguien en el modestìsimo homenaje que le hizo el ayuntamiento, si podemos afirmar que debido al ingenio para improvisar versos generalmente chuscos, era querido por el pueblo que lo vio nacer. Muy pocos son los que no tuvieron un saludo versado y ocurrente de “Chico Saavedra”.
A reserva de los escritos que su hijo nuestro amigo Epigmenio, nos confìo tener, estaremos en espera de saber algo màs acerca de la obra de nuestro querido “poeta popular”. Lamentablemente de don Chico Saavedra sòlo disfrutamos sus lìricas rimas en ocasiones especiales, festivales populares y distintos programas dedicados a los festejos del pueblo y de la “Santa Cruz”.  Fuera de esas jocosas interpretaciones no tenemos ninguna composiòn o rima popular que el pueblo en sì, conozca y otorgue como autor a nuestro referido personaje.
Nos viene a la memoria eso sì, aquel duelo que sostuvo con el comediante “Tico Mendoza” haciéndolo ver mal ya que para versos improvisados “Chico Saavedra, se las sabia “de todas todas”. Para quiènes no estuvieron presentes en esa gran ocasiòn les pasamos este anècdodico dato. Fue en el segundo año de gobierno de Ociel Garcìa Trujillo.  “Chico Saavedra fue “retado” en pleno show del comediante , quien con unos versos “pìcaros” intentò hacer ver mal a nuestro decímero.
Las versadas respuestas de Saavedra dejaban sorprendido al comico que no esperaba quizà que el cruceño le diera “batalla”. El pùblico cruceño que presenciaba el improvisado sketch, festejò con entusiastas gritos y aplausos las ingeniosas y chispeantes respuestas del “poeta” cruceño.
Un dato que sì puede ser muy importante acerca de la obra de don Chico Saavedra que seguramente lo va a inmortalizar son los versos de “Los Grandes Cruceños” que dedicò nada màs y nada menos que a “ el iguano mayor”  Epigmenio Martìnez Zamora y a Don Eduardo Gallardo Carmona, ambos ya fallecidos. Esa obra fue musicalizada por el conjunto de “Los Gallardo”. Ayer, nuestro poeta decímetro dejò cerrado el mìtico libro de sus versos y el pueblo de Cruz Grande le recordarà por siempre. Adiós don Chico Saavedra. Lo vamos a extrañar.

viernes, 22 de febrero de 2019

NUESTRO AMOR...TERE Y YO.

Nuestro amor, nuestro amor.
Como un rayo de luz se encendió.
Y después de formar; un idilio de amor, se extinguió.
Lloraré, llorarás.
Sin poder prescindir del ayer que es una obsesión.
Andaremos la cruz del dolor de aquel recuerdo,

que dejará en el beso, que encendió nuestro amor.

I.-1975.
Te descubrí en el bullicio de las risas juveniles de aquel refrigerio escolar en nuestra secundaria. Eras una niña que no destacaba por su belleza. Tu figura frágil y tu inseparable sombrero, me llamaron la atención. En nuestra escuela había muchas compañeras guapas que arrancaban los suspiros de todos nosotros. Marilú, Chayo, Felipa, Norma...tu no estabas entre ellas pero yo me enamoré precisamente de ti.
Le hablé a mis amigos de mis pretensiones. Increíble: el niño problema de la escuela, el terrible, el "sin rienda"; estaba enamorado de la niña más callada y seria de la secundaria. No había manera de hablarte, tus inseparables amigas Lety, "La Chaparrita" y Florinda, hacían más difícil que pudiera acercarme a ti. Me quedaba el recurso de pedirte "me aceptaras una carta" y pedí a Gil Orozco "El Chato", tu compañero de grupo te lo dijera. No fue necesario escribirte nada porque días después pude platicar contigo una tarde que salíamos de la escuela.

A mi solicitud de noviazgo, le dijiste "un no", rotundo. Asimilé mi fracaso y ya no insistí, eran los últimos días de noviembre.
Encontré momentáneamente en Isabel, el olvido de aquello que sentía por ti. "La Carreta" -el sobrenombre que le aplicaban mis amigos-, contrastaba con su belleza, Isabel era guapa y aceptó ser mi novia. Disfruté aquel "romance" y junto a mis amigos "El Chato, "El Burro" y Ricardo y sus respectivas novias, (las cuatro de la misma familia), salíamos en grupo a pasear y a divertirnos sanamente nuestros noviazgos cándidos.

Llegó diciembre y el tradicional baile de fin de año en "La Josefa". Isabel y yo pasamos la noche abrazados disque bailando "Nubes Negras" y otras "rolas" con el "Koyuca 2000" que tocaba en la azotea de la escuela primaria.
Todo parecía normal, ya tenía novia y me sentía bien, pero el destino ya tenía escrito que tu serías la compañera de mi vida.
Una de tus inseparables amigas, que por suerte también andaba en el evento, observó que todo el baile de fin de año anduve muy acaramelado con Isabel; lo primero que hizo fue comunicarte aquella noticia.

Al regreso de las fiestas decembrinas, el primer día de clases, me habló Letty.
-Dice Tere que si le enseñas a tocar guitarra.- me dijo-. Algo dentro de mi se agitó de una manera especial y en mi, sentí esa sensación que sólo una vez se siente en la vida, dije que sí y por la tarde ya eras mi novia.

1976.
Alguien me habló de tu enfermedad y tu mismo me lo confirmaste pero esquivé el tema y no le di la menor importancia. Fuimos felices y le robábamos tiempo a tu escaso tiempo para pasar dulces momentos que no volverán. Buscábamos el rinconcito más apartado del "Salón Modelo". Finalizaba el curso lectivo y con él se acercaba tu partida, tenías que emigrar a proseguir tus estudios en Chilpancingo. Teníamos que separarnos a escasos meses de empezar nuestro idilio. Sonaba en la sinfonola "Volveré" (con Diego Verdaguer) y los dos llorábamos abrazados.

Tu y yo, ignorábamos cómo iba a terminar todo aquello, ni yo mismo me creía capaz de seguirte, de dejar la escuela e irme a ser tu sombra. Nunca te dije nada porque ni yo mismo lo sabía, pero al momento de que te fuiste a Chilpancingo a estudiar la normal, yo también tomé mi escasa ropa y me fui a la capital del estado, ya no podía vivir sin ti.

Sin dinero y como pude, con ayuda de mi amigo "Carnita" Vázquez, me instalé en su cuarto en una vecindad de San Mateo. Me llevó con doña Eva y le pidió que me aceptara de inquilino. No sabía la anciana la clase de gañan que Javier Vázquez "Carnita" le había llevado de huesped.
Cuando los dueños salían de compras o algún mandado; yo aprovechaba para saltarme el enorme enrejado para robar pan dulce de Chilpancingo y cocacolas de su refrigerador; mientras Daniel León Vargas "Barry White"+, vigilaba en el portón que no fueran a llegar los dueños de la vecindad.
Todos lo sabían, pero todos callaban, porque todos bebían cocacolas bien frías a las doce del día y comían pan dulce. La pareja de ancianos nunca lo notó, ellos tenían dinero y en el fondo todos nos liberábamos del "mea culpa", pues los tratos de Don Saúl y doña Eva, no eran precisamente una "perita en dulce". Javier "Carnita", Pingüino y su esposa, Daniel, "Pepe Mocho" (y todos los vecinos) eran mis cómplices.

Ya llevaba un mes en Chilpancingo  y la señora que nos daba de comer me requería el pago. Le pedí me aguantara pero Doña Dalia no era un portento de paciencia y un domingo la policía entró por mi al mercado ante la sorpresa de todos, me subió a la patrulla, de ahí me llevaron a la cárcel que había sido penal. A mi tierna edad, caí en aquellas celdas que habían sido penitenciaría y de donde Genaro Vázquez  había escapado alguna vez.

Atrás de las rejas empecé a llorar. Un policía se compadeció de mi y me pidió que le dijera si tenía un familiar que pudiera ayudarme. Por fortuna mi prima Araceli, vivía a la vuelta de la calle de la antigua rectoría, muy cerca de ahí. Ella en dos o tres palabras fuertes, hizo que el comandante en turno me dejara libre, amenazando llevar a la prensa pues "un estudiante menor de edad no podía estar detenido por un delito menor", etc.

Lo nuestro seguía "de amor la llama". Eramos inseparables.Iba por ti a la normal, te visitaba en el cuarto que compartías con Chepa y María Esther.
Una tarde de sábado, sucedió lo que tenía que pasar en el cuarto de San Mateo, era el mes de Octubre.
Llegó diciembre y sus festejos, por primera vez viajamos juntos en el mismo autobús con rumbo a Cruz Grande. Una cosa nos preocupaba, tu periodo no llegaba.

Matrimonio y mortaja...
Eran las once de la mañana y yo todavía dormía la borrachera de la noche anterior. Fé, novia del "Chato", entró a mi casa y me despertó.
-Ahí está Tere, dice que la corrieron de su casa y quiere hablar contigo.
Te vi triste pero resignada, no eran los azotes de tu tío Cheche los que te dolían, Tal vez pensabas en tus padres. Te tranquilicé y te propuse cándidamente regresarnos a Chilpancingo ese mismo día, era el 30 de diciembre de 1976. La misma resaca me impedía pensar  mejor y tuve miedo que nos vieran salir o subir juntos al autobús. Te pedí salir de noche para que no advirtieran nuestra "huida". Se me ocurrió  mientras caía la noche irnos a una casa de una familia que siempre consideré mía, en la salida rumbo a "Las Marías" por la colonia de "Los Muchos".

Al llegar las dos de la tarde, el hambre ya nos atormentaba pero no podíamos salir a comprar pues queríamos partir de incógnitos. Aproveché que Chuy fue a darle "una vuelta" a su casa, (era el más pequeño de los Rafaela, un chamaco menor que yo). Le pedí que me comprara dos ordenes de cecina en "El Restaurant Katy" (hoy "Elenita"), en su propio domicilio. Ingenuamente le solicité que no dijera nada.
Después de llevarnos la comida, todo nuestra vida dio un giro de 360 grados. Chuy ya había dado la notica que corrió como pólvora en mi colonia: "Tito está de novio".
Eran las 6 de la tarde cuando se apareció mi hermano Oscar. Después de alguna explicación que le di, nos convenció para irnos a nuestra casa. Pasamos la calle Marciana Ramírez ante la vista curiosa de vecinos y amigos. Nos vieron pasar; Los Vázquez, "Los Calecho", los Molina... mi mamá me recibió con una mezcla de preocupación y regocijo. Al instante preparó una comitiva para solicitar "el parecer". Mi padrino "Bolillo" encabezó la embajada.

El patriarca de los Manzanarez, don Moisés ordenó la "reparación del daño". Nuestra boda tendría que ser "ipso facto", porque "el chamaco es muy inquieto" (argumentó). Al día siguiente 31 de diciembre último día de 1976, nos estábamos casando por lo civil.

Mis primos mayores que pensaban estar en la playa ese día se quedaron para acompañarnos: era el primer nieto de Doña Florentina que se casaba.
Con mis familiares más cercanos y  la presencia de Don Felipe Gatica, mi padrino de bautizo como testigo de calidad; se celebró nuestra boda amenizada toda aquella tarde-noche por un excelente mariachi.

Esos fueron los días más hermosos de mi vida y nunca lo supe. Contigo todo fue más fácil desde el primer día. Frente a mi madre, con leña hiciste fuego, pusiste "el comal" y en un santiamén estabas haciendo tortillas de mano, esas manos divinas que cocinaban para mi con tanto amor.
Nunca olvidaré la expresión inmediata de mi madre al verte hacer en pocos minutos tortillas y cena.
-¡Es mujer!-dijo y con esas dos palabras me dio su veredicto acerca de ti.
En nuestros primeros años mi amor por ti se mantuvo intacto como lo siguió siendo siempre, sin embargo mis complejos e inseguridad me provocaban celos estúpidos y con eso te hice pasar malos momentos. Todos los matrimonios tienen problemas de una u otra índole; lo difícil es superarlos y continuar intentando una nueva oportunidad. Con otra mujer no lo hubiera logrado,empero contigo viví 42 años y vimos juntos el nacimiento de nuestros nietos. La clave de todo era tu inmenso amor por mi. Siempre me perdonaste y siempre estuve antes que nada en tu vida.
















1982.
Tu mal ya había sido tratado por especialistas sin encontrar remedio. Empezaba a a sentir pena al verte caer, pero en ocasiones cuando yo estaba trabajando y te quedabas sola con mis pequeñas Claux y Ely era doblemente peligroso. Una mañana en el corazón del barrio de Tacuba, sufriste uno de esos ataque constantes que traté de ignorar al principio de nuestro matrimonio. Al volver en tí, dejé que te recuperarás y recobraras la conciencia. Sin medir consecuencias te dije en voz baja pues viajábamos en "pesera" con rumbo a nuestra casa.
-Tere. -Te hablé amenazante-. Ya me cansé de tu enfermedad. Si se vuelve a repetir un sólo ataque, será la última vez que me veas: te voy a dejar. ¡Que quede claro! -te repetí nuevamente-, te voy a dejar.
Sólo era un recurso desesperado que manejé en ese momento; en realidad yo siempre te amé y disfrutaba nuestras hijas. Si nunca lo hubiera hecho, quién sabe qué hubiera pasado, pero esas palabras te llegaron a lo más hondo del alma y mi ardid funcionó sin que me hubiera propuesto sanarte de aquella terrible enfermedad. Era tanto el amor que sentiste por mi, que superaste los ataques y jamás en el resto de tu vida volviste a tener uno solo. El amor había hecho el milagro que la ciencia no pudo.


1990.
-"Tiene tres meses de vida, lamentablemente no se puede hacer nada ya". -Dijo el doctor Mariano Manzanarez-.
Otros dos especialistas hicieron el mismo diagnostico y al ver llorar a mis hijos con una seguridad pasmosa nos dijiste frente a uno de los oncólogos.
-¡No lloren!, ¡Y usted doctor no es dios para decir que me voy a morir!
¡Cuanta razón tenías! Después de aquel vaticinio, dios te regaló 28 años más de vida. Hace menos de tres se empezaron a complicar las cosas y tu salud estaba cada vez más afectada. Venciste al cáncer una y otra vez. En dos ocasiones te creí muerta y regresaste a la vida  por el inmenso amor a tus hijos y a mi.
¡Cuanta vida diste vieja! Nadie hubiera dicho que de ese frágil cuerpecito, vendrían nuestros hermosos y educados hijos y de ellos nuestros adorables nietos. Todos heredaron tu nobleza.
Me gusta recordarte en aquellos años en que alcanzaste lo mejor de tu belleza física. Subiste de peso y te dejaste crecer el pelo. Tu piel era blanca y estabas hermosa, mi ego se fue por la nubes. Ya tenía a la mujer más bella, a la mejor de todas. Nadie como Tere, no había (ni habrá), otra que la supere en belleza espiritual y por si fuera poco te pusiste muy guapa antes que apareciera en nuestras vidas ese enemigo silencioso y mortal.


2018.

Si me hubieras dicho que era,
Aquel nuestro ultimo beso.
Todavía estaría besándote,
Todavía estaría besándote.
Si me hubieras dicho, que era:
Esa nuestra despedida.
Todavía estaría rogándote
ya no me ahondaras la herida .


"El Último Beso
Joan Sebastían.



"Nadie sabe lo que tiene hasta que lo ve perdido" reza un refrán; pero me queda el orgullo y el consuelo de saber que estuve contigo hasta tus últimos días. El último beso que me diste, encerró el más dulce de todos tus perdones.

-No llores -te dije-, lo vamos a superar como siempre, aquí estoy contigo. Asentiste con la cabeza demostrando esa entereza que a nadie le he conocido. Jamás ningún dolor te hizo proferir alguna queja y tu última tarde consciente te escuché por primera vez un ¡ay, me duele!. En ese momento supe que el final estaba cerca. Hoy, triste y sin ti, doy gracias a dios por haber concedido que después de aquel terrible y devastador diagnostico, te quedaras con nosotros más de 28 años, dando testimonio de tu fe inquebrantable y prodigando amor a tus hijos y a mi; aunque en realidad, de los siete hijos que dios te dio, yo fui el mayor y el consentido.
Gracias vieja, se que tu vas en directo a estar con él, se que estás en la gloria del señor. Desde aquella tarde de 1976 que llegaste a mi casa, mi colonia en el centro del pueblo tuvo un ángel al que todos respetaban y querían. Me sorprendía que hasta los más humildes vendedores de "chácharas" te obsequiaran con sus productos y te rogaban aceptaras comerlos. Te mereces la gloria y seguro estás en ella.


Desde la tierra.
Tito.