"Estoy en el puente de mi carabela
y llevo mi alma, prendida al timón.
Un soplo de amores, empuja mi vela.
Y zarpo cantando, y zarpo cantando, divina canción..."
(Graciela Olmos "La Bandida").
A mis ocho años, disfrutaba escuchar la música. Siempre me gustó poner atención al mensaje y contenido de las canciones y sus letras e invariablemente, leer el nombre de quién era el compositor.
Al caminar por la calle Cuauhtémoc para ir a visitar a mi mamá grande o llevar algún encargo, siempre me detenía frente al "Salón Orizaba" de don Héctor Molina.
La música de la sinfonola y las mujeres "malas" -que a mi no me parecían tanto-, me atraían y me llamaban al pasar. Si bien no ingresaba al interior -por mi edad-, me colocaba discretamente atrás de una barrera de fajillas de madera que tenía aquella inolvidable y mítica cantina; desde donde se emitían las complacencias mañaneras a los que festejaban su onomástico y los promocionales de las funciones de cine.
Curioso, observaba el interior del pequeño salón en cuyo piso estaba esparcida la "viruta" -seguramente para facilitar el aseo-. Al fondo de aquel antro, una hermosa sinfonola Wurlitzer.
La inolvidable voz de Javier Solís me cantaba -entre muchas canciones más-, "Carabela". Aún a esa tierna edad me subyugaba la melodía y su poético verso: "Que marque mi ruta el ave que vuela/la estrella errante/ o el raudo ciclón. Yo quiero ver limpia mi fúlgida estrella/ Y será un día mi nave/será un día mi nave: la reina del mar". Cuando tuve en mis manos el disco averigüé que la autora era Graciela Olmos "La Bandida". Muchos años después, me enteré quien era esta enigmática mujer cuya vida, resulta ser una vorágine de pasiones y aventuras inimaginables -incluso para las mismas mujeres que hoy reclaman igualdad de géneros-.
Es por demás curioso -además de admirable por lo contrastante-, que una mujer como ella, fuera lo mismo capaz de hacer versos poéticos en sus melodías como "La enramada", corridos célebres como "Siete leguas" o pinturas musicales como "Carabela" y al mismo tiempo ser proxeneta y contrabandista. La Bandida se relacionó lo mismo con el bajo mundo de las drogas y las altas esferas políticas; que con intelectuales y poetas como Pablo Neruda entre muchos famosos artistas y compositores como Agustín Lara.
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