"Aquel Cruz Grande" (D.R.) 2015.

IDEA,DISEÑO,IMÁGENES, TEXTOS Y REALIZACIÓN:
ELISEO JUÁREZ RODRÍGUEZ.
*Queda prohibida cualquier reproducción total o parcial, del material escrito o gráfico, sin el consentimiento de su editor.
*Derechos Registrados (2015). protegidos a favor del autor.

domingo, 17 de marzo de 2019

UN GIGANTE DE LA BALADA. ROBERTO BELESTER.



"Como me gusta recordar aquellas tardes,
con mis amigos de la infancia en la reunión,
en una banca del jardín allá en mi pueblo,
que hoy se llena de nostalgia el corazón"

 "A mis amigos"
 Roberto Belester.



1980.
Conseguir rentar un departamento en el D.F. (hoy cdmx), siempre fue muy complicado, más aún encontrarlo en una zona bien comunicada. Mi cuñada América después de buscarlo tenazmente logró conseguir uno a cinco cuadras del metro Tacuba, justo donde nace la avenida Azcapotzalco.
En poco tiempo la dueña del edificio me dio la confianza de ser su "conserje". Los privilegios -entre otras cosas,  eran tener teléfono de la administración a mi servicio. Yo era quién representaba a la propietaria de aquellos departamentos.

En aquellos años difíciles pero inolvidables; mi hermano Óscar fue con su tío Alejandro Gómez Maganda a solicitarle un empleo en la Secretaría de Turismo, él legendario ex-gobernador lo asignó de ayudante de Guadalupe Gómez Maganda, su hija que era senadora de la república. Ahí conoció a un tipo agradable y trabajador como pocos he visto: su primo Alejandro Gómez Sotelo que era la mano derecha e izquierda de la senadora.
Tin-tín (como lo conocemos sus más cercanos), invitó a Óscar como bienvenida al "Jampell" (en Bolívar y Tacuba). Ahí cantaba Roberto Belester Quevedo Gómez, primo de Alejandro y de Óscar.
Belester era (junto al recientemente desaparecido César de Guatemala , cantautor de "Mi Plegaria", un éxitazo de esos tiempos) estrella del show del concurrido lugar.

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Compartía bohemia y escenario con Belester. Dos veces fue a primavera 56 y tuve el gusto de compartir con él.

Alejandro compartía con Belester y su familia un departamento muy pequeño allá por la colonia Moctezuma, tal vez era muy reducido el espacio para una familia compuesta por tres adultos, dos niñas pequeñas y las constantes visitas familiares que venían de "Los Arenales".
Entre copas se enteraron que Oscar vivía en un departamento cercano al metro Tacuba y que quién administraba el edificio era yo. Se entusiasmaron al saber que había un departamento disponible.
Al día siguiente , cuando casi eran las siete de la noche, tocaron mi puerta con insistencia.
-¡Primo, ya estamos aquí!
Me quedé perplejo, -utilizaría otra palabra, pero esta es más elegante-.
-¿Donde está el departamento que vamos a ocupar? ¡Somos los primos de Óscar!
-Sí...bueno, pero yo no puedo entregarles el departamento así nada más, la dueña es quién autoriza después de la investigación...
-¡No, primo! -me dijo un tipo alto de tez blanca-. No podemos regresarnos, ya estamos aquí, asómate, ahí afuera está el camión de la mudanza con todo y muebles...
Y no sólo era el camión, en su maverik,estaban sus hijas, las pequeñas Wendy y Carmín junto a Ofelia su esposa y Eddy su hermano. Era una situación compleja, mi hermano me había metido en aquella bronca que me iba a costar el puesto de administrador y sus privilegios.
Los llevé hasta el departamento cinco y ellos en cinco minutos ya estaban instalados, se movían con tal soltura en el edificio que parecía que llevaban años viviendo ahí. Los vi bajar, subir, llevando camas, muebles y colocando "diablitos" para tener luz eléctrica.
Al enterarse la dueña que yo había entregado el departamento  fast trak, sin su consentimiento, me quitó el puesto pero gané al conocer a una gran familia: los Gómez del Arenal.
Así, al paso de los meses en ocasiones acompañé a Belester a las casas disqueras cuando llevaba a ofrecer sus composiciones o también a presenciar las grabaciones de Los Freddys o Grupo Indio.
Muchas veces me tocó verlo encerrarse en su cuarto solo y por horas con su guitarra, creando temas.
Pero Belester no sólo es el artista y compositor que admiran muchas personas. Belester es un tipo fuera de serie, un gigante con un corazón amoroso que es capaz de bajarse de su carro para darle su chamarra a una mujer o un indigente que tirite de frío. Yo lo vi hacer eso dos veces.
Una mañana tremendamente fría, a Tere se le ocurrió no hacer caso de irnos al hospital. Junior tocaba insistentemente la puerta de la vida y su mamá quiso hacerlo esperar. Se metió a bañar con dolores y arreglando su ropa con parsimonia no dió importancia a los dolores de parto.
Ante mis regaños por aquella negligencia, Tere me argumentaba que "faltaba mucho". Ibamos bajando las escaleras del edificio cuando me dijo que ya no podía caminar. Le pedí tontamente que esperará, que aguantara a llegar al hospital donde ya habíamos pagado el parto. Avanzamos hasta casi llegar a la puerta de entrada. En la oscuridad del pasillo aquel, antes de llegar a la calle, Junior salió del vientre de su mamá. En la oscuridad alcancé a meter las manos para que no cayera en el frío piso.
Al escuchar mis gritos, bajó el gigante Belester y él tomó entre sus manos a mi hijo, mientras yo cargaba a Tere. En el maverik, llevamos a ambos al hospital a que sólo cortaran el cordón umbilical.
Jamás voy a olvidar la alegría y entusiasmo que mostró "El Torito", (Belester), al darse cuenta de que era un niño el que había nacido.
-Valió la pena, -me dijo-. Él suspiraba por tener un hijo hombre y se le concedió años después.
Hoy estoy aquí en su natal "Arenal de Gómez", donde se le rinde un homenaje. Más tarde el municipio de San Jerónimo hará algo más grande para él en el marco de la feria.
Hay alegría hoy en "Los Arenales", aquí está su hijo predilecto. Todos lo abrazan y cantan sus canciones. Felicidades Bele.

Ya en otras entregas les contaré cómo le presenté a Gabriel Bernal entre otras personas de Cruz Grande con las que trabó gran amistad.
Continuará...






martes, 12 de marzo de 2019

¡MÚSICA MAESTRO!

"Chema y su Talento del Pueblo"
¡Al rescate de la música de "Los Lacos"!
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Grata sorpresa musical tiene para sus admiradores, José María Salomé Mora, "Chema", al incluir en su nuevo material discográfico una de las canciones más exitosas (a nivel región); del otrora popular grupo sexagenario "Hermanos Molina", mejor conocidos como "Los Lacos". Hablamos nada más y nada menos que de la composición de Antonio Molina Gallardo "Admiración de la Gente".
El famoso Chema. El hombre de la voz tropical que nos hizo bailar con sus grabaciones con la "La Luz Roja", se consolida como uno de los consentidos en todos los grandes eventos, ferias y bailes populares y para festejarlo con su público, rescata la inolvidable canción compuesta por Toño Molina. El blog, le desea el mejor de los éxitos.

Mano a mano con Chema.

ACG.-¿Cómo ves el momento musical de los grupos de la región? 

Chema.- Muy bueno, es un hermoso momento. Hay producción discográfica con temas propios, pero las estaciones de radio se niegan a promocionarnos, (lamentablemente). Con esa política (de sólo programar la música del norte), nos quitan la posibilidad de crecer y de que más gente conozca nuestra obra musical.

ACG.- ¿Los teclados, le quitan contratos de actuaciones a los grandes grupos?

-Chema. ¡No! Ellos siempre han existido. Para fiestas importantes y eventos más formales la gente prefiere a los grupos. Ellos también tienen su "pegue" pero en pequeños eventos. El sol sale para todos.

ACG.- ¿Para ti, quienes dominan el escenario musical de la región?

Chema. Sin duda, "Bertín Gómez y su Condesa", "LDS" (Los del sabor) y después de ellos estamos nosotros, "Chema y su talento del pueblo".

ACG.- ¿Qué género musical prefieres?

Chema. La cumbia y la tecnobanda.

ACG.-¿Qué le dirías a el público cruceño?

Chema. Nada más que darles las gracias y bendiciones por tanto amor y cariño que nos han dado. No tenemos con qué pagarles su apoyo.   

(Cheo)

viernes, 8 de marzo de 2019

FLOR DE HIBISCO. ALZA Y CAÍDA DE LA JAMAICA GUERRERENSE.

Años 50. Hermosa foto de "Aquel Cruz Grande", tomada en que lo parece, es la casa de Doña Mariana Flores+. Al parecer, se trata de un bautizo. En ella puedo reconocer a algunas personas como Doña María de Jesús Armenta y Leova Molina+. También veo a mi madre en sus años de juventud. Si fueramos menos egoístas y compartieramos este tipo de fotagrafías muchos de las nuevas generaciones (creo yo), lo agradecerían. "Aquel Cruz Grande", ha rescatado mucha historia gráfica y aunque esta es tomada de una página de facebook, lo hacemos con gusto. Ojalá y les agrade.

1970 .
A partir este año hubo una total bonanza para los comerciantes y acaparadores de flor de hibisco, mejor conocida como jamaica. Aquellos campos tenían un hermoso y contrastante paisaje; el monte de verdura era agradablemente "contaminado" por el intenso rojo de la flor de jamaica. 
En esos años, la jamaica guerrerense de la costa chica alcanzó el primer lugar en la preferencia del mercado nacional. La generosa acidez del producto nacido en la costa chica era preferida por las grandes compañías procesadoras de alimentos de Mèxico y el resto del mundo.
Grupo Aroquim, Fritche &Dodge, Reymer and Reymer, etc, se disputaban la materia prima guerrerense.
 
Entre los agricultores de nuestra región, también se priorizaba el cultivo de la jamaica pues aun resultando laborioso, el producto una vez cosechado alcanzaba un valor realmente satisfactorio para el productor. Los precios de la jamaica estaban muy por encima de cualquier otra fruta o semilla. Muy pronto, todos los campesinos y agricultores se dedicaron a exclusivamente a la siembra de la flor de hibisco. El resultado fue el de siempre: la oferta superó a la demanda; el mercado nacional pronto se vio saturado y el golpe final al boom jamaiquero guerrerense se los dio la invasión de otras variedades de jamaica como la tailandesa cuyo costo era cinco o seis veces inferior al producto nacional.

Los grandes comerciantes y acaparadores de jamaica de San Luis Acatlán, Ayutla, Cuautepec y sobretodo de la llamada “Flor de la Jamaica” Teconapa, a principios de 1981, como siempre llenaron sus bodegas para poder especular meses después con el precio del producto al que veían aumentar su valor,  obteniendo ganancias fantásticas. Pero al llegar el mes de agosto tuvieron una sorpresa desagradable, las bodegas de La Merced estaban saturadas de jamaica y nadie deseaba un sólo gramo de ese producto. Los precios habrían caído estrepitosamente y los que siempre se habían beneficiado del almacenamiento corrían el serio peligro de perder buena parte de sus fortunas.

Estos personajes famosos en sus lugares de origen como eran los Ramírez en Tecoanapa, Nicolás Luna en Ayutla y Aníbal Huerta en San Luis Acatlán, fueron personalmente a la capital y otros lugares de la República a ofertar su producto con la esperanza del poderla colocar por lo menos a un precio que les garantizara no perder su capital. Al constatar que estaban al borde la quiebra, regresaron a sus localidades con la esperanza perdida, solo un milagro podía salvarlos de la ruina económica.
Doña Rufiniana Rodriguez, estaba al tanto de la situación . Con un don natural para hacer negocios de la nada, convenció a los viejos caciques de que le entregaran su jamaica a crèdito con un plazo de un mes y se comprometía a colocarla en el mercado nacional.

Los “viejos lobos de mar” estaban atrapados, no les quedaba otra mas que “rifarsela” con doña Rufi y con dolor de su corazón confiaron y esperaron el milagro de recuperar su inversión.  

Con el entusiasmo y la fe por delante, doña Rufi, me ordenó que le acompañara a ofrecer la jamaica en el mercado de La Merced.
Íbamos local por local, tratando de encontrar cliente a 60 toneladas de flor de hibisco. Ni Luis Arias, viejo magnate de "La Merced" ni ningún comprador de semillas y de jamaica querían saber nada de ese producto. Cuando todo parecía sin solución, uno de los operadores de trailers que trabajaban con doña Rufi, ya en el DF, enterado de que no podìamos encontrar cliente, dijo a mi madre.
-Doña Rufi, ¿Porque no la lleva a los Ángeles, California? Allá seguro la vende y a muy buen precio...Si quiere, aquí traigo el teléfono de Don José Fonseca, el seguro que se la compra.

"FONSECA FOODS"

-Si, Claro ...-se escuchó al otro lado de la línea telefónica-, usted tráigase la jamaica a Tijuana y yo me encargo del resto. Yo se la compro...

Sin conocer nada de exportación de productos ni nada por el estilo, mi madre ordenó a aquel operador del trailer se pusiera en camino a Tijuana, mientras ella viajó a Cruz Grande por recomendaciones bancarias y documentos para tramitar el pasaporte y el visado. Todo en aquellos años era relativamente màs fàcil.

Fuimos a relaciones exteriores y en dos horas por sólo 50 pesos obtuvimos el pasaporte. Al día siguiente nos despertamos a las 5 de la mañana para ir a la embajada. Llegar temprano nos significó poder pasar a entrevista a las 8 de la mañana, siendo de los primeros solicitantes.
Quien nos entrevistó, me preguntó.
-¿Y usted a qué va?
Le expliqué que mi madre necesitaba de mi compañía pues tenia poca instrucción académica , etc.
Nos citaron por la tarde para recoger el pasaporte y visado. Llegamos puntual y observamos la alegría de unos y el desencanto de otros que nos precedieron en la solicitud de visa para ingresar a los Estados Unidos.

Al recoger el documento y revisar si tenia el sello de la visa, vimos que a mi madre le había sido otorgada por tres meses y a mi por 15 días. Nos trasladamos al aeropuerto para comprar los boletos de avión con destino a Tijuana, Baja California. 

Era la primera vez que subía a un avión y no era por placer, en realidad era por apoyar a Doña Rufi en aquella aventura comercial. 
Llegamos a la frontera y ahí a los dos días de haber llegado,hizo su aparición Jose Fonseca. Un hombre de baja estatura , bigotón y regordete que tenia años en Los Ángeles, dominaba el mercado de frutas, semillas y verduras de la Seven Street.
Todo parecía bueno para nosotros, aquel empresario nacido en Arandas Jalisco, era simpático y hasta hospitalario; nos llevó a su casa. Solo estábamos  esperando la llegada del trailer con 30 toneladas de jamaica que llegó al dìa siguiente.

-Yo no le puedo pagar a ese precio, busque en todo el mercado de la seven street; no tengo ningún inconveniente si la vende por otro lado. Fonseca era quien ponía los precios en esa área de Los Ángeles y sabia que nadie nos compraría la jamaica al precio que nos había prometido.
Fuimos a ofrecer nuestro producto local por local, era lo mismo, nadie podía comprar tal volumen ni podía ofrecer precio.
Eran las seis de la tarde en Los Ángeles y mi madre y yo, caminábamos tristes por las calles cercanas al Dodger Stadium.
Al sentarse en una banqueta Doña Rufi se puso a llorar yo no tenia la mínima idea de qué hacer y solo atine a sentarme a llorar junto a ella.

-¿Oigan ...a ustedes los conozco!, ¿No son ustedes los vienen de México y le trajeron jamaica a mi hermano José?
-Si, si señor somos nosotros...
-¿Y qué les pasó? ¿Porqué lloran? Miren aquí cerca esta mi casa, vamos los invito, ¿ya comieron?
-No señor, ni hambre tenemos...
-Pero vamos a mi casa y ahí me cuentan que les pasó.

-¡Oye cabrón! Aquí esta conmigo Doña Rufi y su hijo. No chingues, debes hacerte responsable y respetar tu palabra. ¡Le vas a pagar su jamaica tal y como habías convenido con ella!

José Fonseca respetaba mucho las ordenes de su hermano mayor y le pidió que le pasaran el teléfono a mi madre.
-Ya no se preocupe, esta bien, cuando llegue a la casa hacemos cuentas...
El apetito nos vino por arte de magia y aceptamos con regocijo la comida que nos ofreció aquel buen hombre.

-Le voy respetar el precio pero usted me va a dar  un plazo de 90 días para pagarle. Le voy a dar tres cheques fechados...

Ese fue uno de los grandes negocios de doña Rufi y el principio de mejores transacciones comerciales de exportación de flor hibisco. 
Antes de regresar a México, compramos en la Brodway cualquier cantidad de fayuca. Equipos de sonido y televisores de color que en México era difícil de conseguir.
Al llegar a México, mi madre pudo pagar a quienes le habían confiado su jamaica. Estaban asombrados y doña Rufi se ganó el reconocimiento de todos “los viejos lobos”.

Continuará.

domingo, 3 de marzo de 2019

ASÍ ERA AQUEL CRUZ GRANDE...AUTÉNTICA CRÓNICA DE NUESTRO PUEBLO.

Día de playa en "La Bocana"...

Cruz Grande de mis amores, 
tu de fiesta siempre estás, 
entre sueños y quimeras, 
eres fuente de alegría 
que nunca te agotarás.

(Carlos Manzo Ramírez)


La década de los años sesenta no representó cambios significativos en el paisaje del pueblo.
Las ferias ya se efectuaban en la calle principal: desde la plaza, hasta el local que conocemos como "la ganadera" en la calle Álvaro Obregón. En mayo el pueblo se alegraba con los festejos interminables propios de este mes, pero especialmente los días tres, (de la santa cruz) y diez (el día de las madres).

En los puestos de la feria se ofertaban los regalos para la "reina de la casa". Estos presentes por lo general eran utensilios de cocina, platos, tazas, jarras con vasos de aluminio o plástico, envueltas en papel celofán.

Los puestos de telas lucían las piezas de diferentes clases con colores y estampados llamativos. También, se encontraban vendedores de ropa hecha y zapatos, cuyo "surtido" era el atractivo principal. 

De tal suerte se aprovechaba la feria, -ya que para la mayoría no era común visitar el puerto para adquirir prendas de vestir fabricadas, como lo hacían los pudientes de Aquel Cruz Grande-, que preferían el almacén de ropa y calzado "más chic" de aquellos años: "Las Novedades de Vicente". 

La publicidad de esta famosa tienda se escuchaba insistente en la RCN de Acapulco de esta manera,  -sobretodo a la hora de la novela de Porfirio Cadena "el ojo de vidrio"-: 

-¿A donde va la gente?
-¡A las Novedades de Vicente!
-¿Donde?
-¡En Melchor Ocampo y Mina! , ¡La esquina que domina!

Pero el grueso de Aquel Cruz Grande, esperaba la feria de Mayo y en la cosecha de ajonjolí, la bajada del tamaríndo, la pizca de la jamaica o el corte de cocotero, se fincaban las esperanzas de poder "ajuerearse". 
Así pues, era costumbre estrenar ropa en este periodo en que se desarrollaba las feria. Una promesa recurrente de padres a hijos era: "Te voy a mercar dos mudas, para que estrenes ahora en la fiesta". 

También dentro de la tradicional feria de mayo. Los caballeros de Aquel Cruz Grande, esperaban la llegada de este mes ya que Don Felix Alarcón -tío de quién escribe-, llegaba con sus máquinas Singer desde San Marcos. Él se hacía acompañar por otros tres sastres, (entre ellos a quien más recuerdo es a Fabela, agradable y simpático personaje que se hizo popular entre los cruceños por su carácter dicharachero). Estos sastres sanmarqueños eran verdaderos maestros para la confección de pantalones. Mi tío Félix era uno de los más reconocidos de la costa chica y al llegar a Aquel Cruz Grande se instalaba en mi casa, bajo una fresca enramada. 

Los cuatro sastres con su cinta métrica al cuello, trabajaban incansables desde las 9 de la mañana. La varonil clientela aprovechaba al máximo para surtir su guardarropa, escogiendo los finos cortes de casimir entre otras telas en variados y elegantes colores que Félix, ponía a sus órdenes. Después de escoger la tela, procedían a tomarse las medidas de cintura, cadera, "tiro", muslo, rodilla , y largo. Era una bonita estampa de Aquel Cruz Grande que mi mente no podré olvidar. Mi tío Felix, tenía tal éxito con su sastrería, que se quedaba desde el mes de mayo hasta finales de Julio pues  también era solicitado para fabricar pantalones para las fiestas de clausura de las escuelas primarias. 

Los parroquianos también se podía adquirir ropa hecha -las camisas Medalla y pantalones Gacela, eran las marcas más prestigiadas, por ser sanforizadas*-. Para buscar telas más finas, acudían a establecimientos de "más caché" en Aquel Cruz Grande. Una de ellas era sin duda del popular Güero Jaimes quién tenía su almacén y domicilio ahí donde ahora está una mueblería. Era el güero quien gozaba de las preferencias de la clientela cruceña junto a don Daniel Reynoso. Curiosamente los dos vendedores de ropa y telas, tenían peleterías que también elaboraban las famosas "barras de hielo". (Aquellos bloques de agua congelada eran indispensables en los festejos y fiestas en general). 
Los chiquillos de Aquel Cruz Grande, esperábamos cualquier descuido de quién cuidaba "el hielo" cubierto por los residuos de madera (viruta) para que "no se fuera"; tomando un trozo de hielo para morderlo y disfrutar el líquido.

¡Vamos al mar!
Esa era la expresión que Aquel Cruz Grande utilizaba para ir a pasar un día a la playa.
Aquellos años la playa más conocida y más visitada por los cruceños era "El Cerro del Coacoyul" hoy renombrada como Playa Ventura, aunque también era preferida "Rayito de luna" del municipio de Juchitán.

Aquellas eran verdaderas expediciones y toda una aventura. El acceso a los balnearios sólo se podía lograr en camiones o camionetas ya que ningún camino estaba pavimentado como actualmente se conocen. Pensar en servicios de restaurantes o simples enramadas que ofrecieran alimentos y bebidas era una fantasía.

Las familias ricas de Aquel Cruz Grande organizaban el paseo, e invitaban a lo más granado de la sociedad de aquellos años. Por supuesto que desde un día antes, se preparaba la comida para llevar a la playa. Generalmente el "menú" no tenía mucho que ver con la "carta" que hoy se disfruta en las diferentes playas de nuestra costa. Nadie imaginaba un pescado a la talla, ceviche o camarones al gusto. Desde la casa se llevaba arroz guisado, mole, etc. Aquellos afortunados que eran invitados sabían que tenían que llevar sus propios alimentos y para no batallar tanto, acudían a la tienda a comprar latas de sardina entomatada, galletas saladitas y los infaltables chiles serranos o jalapeños en lata.

El teléfono y las comunicaciones estaban apenas en "pañales". Era difícil tener contacto con el mundo exterior y la radio era el medio por el cual se conocían las noticias más importantes de México y el resto del mundo. La televisión era un aparato desconocido que a pesar de que solamente estaba en la casa de tres personas en  Aquel Cruz Grande, (Miguel Jacinto, y los doctores Rogelio Bonilla y Juan Ramírez), no inquietaba en lo mínimo (no poseerlo) al resto de la población. 
Aquel Cruz Grande disfrutaba aún la programación de la radio de Acapulco con las novelas de Porfirio Cadena, Kalimán y "Cumbres Borrascosas" en el día. En las noches estrelladas de aquel pueblo quieto, se escuchaban divertidos, (desde la capital de la república) los programas de concurso como "El Risámetro" y "El Cochinito" de Pépe Ruiz Vélez, así como la reina de las telenovelas de esa época "Chucho el Roto" a través de la XEW.

Para recibir o hacer una llamada telefónica, era necesario ir a solicitar "una conferencia" a la caseta de Teléfonos de México que se ubicaba en la casa del señor Carlos Manzo. El éxito de la comunicación dependía en mucho de la condición de "las líneas" o de poder encontrar en su domicilio a quién se pretendía contactar. Un buen número de personas acudían diariamente a la caseta, y hasta por tres días se les veía de las ocho a las siete, esperando pacientemente poder comunicarse, muchas veces sin éxito.

Una estampa mañanera de Aquel Cruz Grande que se me viene a la mente con frecuencia, cuando se me antoja tomar un vaso de leche; es aquella de las vendedoras de ese lácteo precisamente en el mismo corredor de la caseta de Teléfonos de México en Aquel Cruz Grande. Cinco o seis personas con sendos "picheles" de cuarenta litros (cada uno), ofrecían (aunque "bautizada") auténtica leche fresca de vaca. Muy temprano las amas de casa con sus jarras y recipientes, esperaban a doña Artemia (Tema) y a las demás personas que vendían el producto. 
Sí...Así era Aquel Cruz Grande...

*Tela Sanforizada” (se podía lavar la ropa una y otra vez sin que encogiera).

sábado, 2 de marzo de 2019

NUESTRA HISTORIA A TRAVÉS DE NUESTRAS COSTUMBRES Y BAILES.


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Constancio Ventura.
1936...Aquel Cruz Grande era un caserío que festejaba de vez en vez, alguna boda. Los rebeldes asolaban aún a las poblaciones. 
El Capitán Constancio Ventura desde el legendario Cerro de Camacho, -lugar donde estaba destacamentado su cuartel general-; vigilaba por la seguridad de la pequeña comunidad. 
En esos ayeres, azotó una hambruna a toda la costa chica. Los servicios del militar cruceño fueron requeridos por sus superiores en Ometepec, por el comandante regional de la costa chica Teodoro "Lolo Mora", -padre del poeta cuautepeco-. Rubén Mora Gutiérrez.

Se dice que a pesar de recibir las mesadas estatales para pagar la nómina del personal del Capitán  Constancio; su superior, "Lolo Mora" negaba tener liquidez y se quedaba con los dineros propiedad de la tropa.
Esto y la necesidad de recibir el pago, desataron en una rebelión contra Mora en la que finalmente este murió; descubriendo los inconformes, que el alto mando tenía fuertes cantidades de dinero en centenarios y monedas. A siguiente día, en una celebración de la tropa, es asesinado Constancio Ventura al estilo del mismo Álvaro Obregón en 1928 asesinado en La Bombilla de la capital mexicana.

¿Porqué se le llamó "Arroyo de los novios"?
1946...En el arroyo de los novios, se despedía a la pareja próxima a desposarse en la que fue nuestra cabecera municipal: Cuautepec. 
Una noche antes, los preparativos de la boda (llamados por el pueblo "vísperas"), se realizaban con la la participación de los arperos más famosos de esa época, como Chico Bernal -una de las figuras más emblemáticas de estos años-, y por supuesto de Eduardo Gallardo Tornés, futuro "padre del son de artesa". 


Pioneros del son.
En esta fiesta que la gente daba en llamar fandango, se velaba con aguardiente y mezcal la boda a realizarse al día siguiente. Sobresalía como la más destacada bailadora,  Enedina Gallardo más y mejor conocida como "Jalisco"; además de Paula Gallardo Betancourt. Quiénes cantaban los sones en aquellos años eran Adelaida  y Rafael Gallardo Tornés (hermanos de don Eduardo) y Rutilo Mejía.

Así como se reconoce como primera bailarina de nuestro son a Enedina Carmona "Jalisco", se debe recordar y dar el reconocimiento al hombre que toda la gente de esa época ubica como el primer gran bailador de "La Iguana". Nada más y nada menos que don Domingo de Guzmán Lorenzo Ascencio, personaje querido en Aquel Cruz Grande, mejor conocido simplemente por Guzmán Lencho.

El retorno nupcial.
Después de haberse casado en Cuautepec los novios, montados a caballo, regresaban inmediatamente a Aquel Cruz Grande y en el mítico arroyo, (de ahí el nombre) eran recibidos por familiares y amigos entusiastas. Desde ese frondoso y fresco paisaje, partían nuevamente hacia la casa de los desposados. La comitiva y la corte nupcial acompañaban a la hermosa novia y su ahora esposo, luciendo el blanco vestido.

Como ya hemos comentado en otras entregas, las bodas se efectuaban en las mismas casas -domicilios-, de la familia del novio. Lógicamente los invitados no eran del volumen actual, con lo cual la bebida se reducía a 10 cartones de cerveza y alguna botellas de anís o ron.
Al día siguiente la tornaboda y el fandango eran el "broche de oro" con que se cerraba el acontecimiento. Bailando son de artesa y hasta que el cuerpo aguantara se terminaban los festejos.


"Rapto Frustrado".

Era el amor inalcanzable para El Iguano cuya piel negra como la noche costeña contrastaba con la tez blanca de aquella joven. Esa mujer le quitaba el sueño y él sabía que robársela era la única posibilidad de alcanzar llegar a desposarla. 

Pensaba en las palabras que invariablemente decían (los padres de la muchacha y las autoridades) como sentencia a quienes raptaban a una fémina: ¡Te tienes que casar! 
Aquel dulce dictamen resonaba una y otra vez en la mente del Iguano. Soñaba, deseaba fervientemente robar a aquella hermosa flor blanca y escuchar "la sentencia": ¡Te tienes que casar!
La blanca dentadura del mulato cruceño, iluminó en la oscuridad de su aposento. Esa sonrisa le dijo a la noche, que había encontrado solución a su tormento: raptaría a la mujer que le robaba la calma. 

Alta y esbelta, joven y bella, tenía la virtud de saber cocer a la moda de aquellos años, los mejores vestidos; era la modista preferida por las damas de Aquel Cruz Grande. 
Al final de la pequeña calle, con rumbo a Las Marías, los montes circundantes se utilizaban  para defecar. Quedaban relativamente cercanos a las casas y todos acudían sin recelo a cumplir con las necesidades fisiológicas. Una tarde, El Iguano, esperó paciente a que su amada acudiera a la cita impostergable que todos cumplimos con rigurosa disciplina.

Quiénes recuerdan el acontecimiento no pueden evitar reír. El Iguano ni siquiera esperó que la hermosa dama se subiera las prendas íntimas después de haber clausurado los trabajos higiénicos. Haciendo gala de su fuerza ante la delicada doncella, abrazándola, intentó montarla en su brioso corcel.

Al intento del rapto, los gritos de la joven se escucharon alarmando a los vecinos.
-¡Se roban a Leonor, se roban a Leonor! Era el clamor y, la emergencia llegó a oídos de nada más y nada menos que del legendario Chico Bernal. Rápidamente el mítico héroe cruceño, a lomos de su bridón, acudió en el acto al lugar de los hechos disparando su revolver "al aire".

El Iguano, amaba a aquella mujer y estaba decidido a dar todo por ella, (menos el pellejo). Conocía como pocos a Chico Bernal y al escuchar que el comandante venía en auxilio de la chica, puso tierra de por medio y abandonó la empresa. Su tropel no paró hasta verse fuera de la vista del caudillo. Pronto el Iguano se vió en la ciudad de México donde estaría cerca de 20 años, tratando de que Aquel Cruz Grande, olvidara aquel rapto frustrado.

Llegaron los años 60 y el Iguano ya estaba otra vez en Aquel Cruz Grande. No sabía más que escasamente leer y escribir. Ya casado, se integró a la orquesta del pueblo como baterista. El Iguano era admirado por su habilidad con las baquetas, al ejecutar platillos, cencerro, tones y timbales. 
Un día fue invitado por don Eduardo Gallardo Tornés para que participara en un programa bailando son de artesa.
El popular y querido Meño olvidó aquel pasaje de su vida y quizá la misma dama (tal vez) se arrepintió toda su vida de no haberse dejado raptar por el Iguano, ya que murió con su honor intacto sin haber formado una familia.