Años 50. Hermosa foto de "Aquel Cruz Grande", tomada en que lo parece, es la casa de Doña Mariana Flores+. Al parecer, se trata de un bautizo. En ella puedo reconocer a algunas personas como Doña María de Jesús Armenta y Leova Molina+. También veo a mi madre en sus años de juventud. Si fueramos menos egoístas y compartieramos este tipo de fotagrafías muchos de las nuevas generaciones (creo yo), lo agradecerían. "Aquel Cruz Grande", ha rescatado mucha historia gráfica y aunque esta es tomada de una página de facebook, lo hacemos con gusto. Ojalá y les agrade.
1970 .
A partir este año hubo una total bonanza para los comerciantes y acaparadores de flor de hibisco, mejor conocida como jamaica. Aquellos campos tenían un hermoso y contrastante paisaje; el monte de verdura era agradablemente "contaminado" por el intenso rojo de la flor de jamaica.
En esos años, la jamaica guerrerense de la costa chica alcanzó el primer lugar en la preferencia del mercado nacional. La generosa acidez del producto nacido en la costa chica era preferida por las grandes compañías procesadoras de alimentos de Mèxico y el resto del mundo.
Grupo Aroquim, Fritche &Dodge, Reymer and Reymer, etc, se disputaban la materia prima guerrerense.
Grupo Aroquim, Fritche &Dodge, Reymer and Reymer, etc, se disputaban la materia prima guerrerense.
Entre los agricultores de nuestra región, también se priorizaba el cultivo de la jamaica pues aun resultando laborioso, el producto una vez cosechado alcanzaba un valor realmente satisfactorio para el productor. Los precios de la jamaica estaban muy por encima de cualquier otra fruta o semilla. Muy pronto, todos los campesinos y agricultores se dedicaron a exclusivamente a la siembra de la flor de hibisco. El resultado fue el de siempre: la oferta superó a la demanda; el mercado nacional pronto se vio saturado y el golpe final al boom jamaiquero guerrerense se los dio la invasión de otras variedades de jamaica como la tailandesa cuyo costo era cinco o seis veces inferior al producto nacional.
Los grandes comerciantes y acaparadores de jamaica de San Luis Acatlán, Ayutla, Cuautepec y sobretodo de la llamada “Flor de la Jamaica” Teconapa, a principios de 1981, como siempre llenaron sus bodegas para poder especular meses después con el precio del producto al que veían aumentar su valor, obteniendo ganancias fantásticas. Pero al llegar el mes de agosto tuvieron una sorpresa desagradable, las bodegas de La Merced estaban saturadas de jamaica y nadie deseaba un sólo gramo de ese producto. Los precios habrían caído estrepitosamente y los que siempre se habían beneficiado del almacenamiento corrían el serio peligro de perder buena parte de sus fortunas.
Estos personajes famosos en sus lugares de origen como eran los Ramírez en Tecoanapa, Nicolás Luna en Ayutla y Aníbal Huerta en San Luis Acatlán, fueron personalmente a la capital y otros lugares de la República a ofertar su producto con la esperanza del poderla colocar por lo menos a un precio que les garantizara no perder su capital. Al constatar que estaban al borde la quiebra, regresaron a sus localidades con la esperanza perdida, solo un milagro podía salvarlos de la ruina económica.
Doña Rufiniana Rodriguez, estaba al tanto de la situación . Con un don natural para hacer negocios de la nada, convenció a los viejos caciques de que le entregaran su jamaica a crèdito con un plazo de un mes y se comprometía a colocarla en el mercado nacional.
Los “viejos lobos de mar” estaban atrapados, no les quedaba otra mas que “rifarsela” con doña Rufi y con dolor de su corazón confiaron y esperaron el milagro de recuperar su inversión.
Con el entusiasmo y la fe por delante, doña Rufi, me ordenó que le acompañara a ofrecer la jamaica en el mercado de La Merced.
Íbamos local por local, tratando de encontrar cliente a 60 toneladas de flor de hibisco. Ni Luis Arias, viejo magnate de "La Merced" ni ningún comprador de semillas y de jamaica querían saber nada de ese producto. Cuando todo parecía sin solución, uno de los operadores de trailers que trabajaban con doña Rufi, ya en el DF, enterado de que no podìamos encontrar cliente, dijo a mi madre.
Íbamos local por local, tratando de encontrar cliente a 60 toneladas de flor de hibisco. Ni Luis Arias, viejo magnate de "La Merced" ni ningún comprador de semillas y de jamaica querían saber nada de ese producto. Cuando todo parecía sin solución, uno de los operadores de trailers que trabajaban con doña Rufi, ya en el DF, enterado de que no podìamos encontrar cliente, dijo a mi madre.
-Doña Rufi, ¿Porque no la lleva a los Ángeles, California? Allá seguro la vende y a muy buen precio...Si quiere, aquí traigo el teléfono de Don José Fonseca, el seguro que se la compra.
"FONSECA FOODS"
-Si, Claro ...-se escuchó al otro lado de la línea telefónica-, usted tráigase la jamaica a Tijuana y yo me encargo del resto. Yo se la compro...
Sin conocer nada de exportación de productos ni nada por el estilo, mi madre ordenó a aquel operador del trailer se pusiera en camino a Tijuana, mientras ella viajó a Cruz Grande por recomendaciones bancarias y documentos para tramitar el pasaporte y el visado. Todo en aquellos años era relativamente màs fàcil.
Fuimos a relaciones exteriores y en dos horas por sólo 50 pesos obtuvimos el pasaporte. Al día siguiente nos despertamos a las 5 de la mañana para ir a la embajada. Llegar temprano nos significó poder pasar a entrevista a las 8 de la mañana, siendo de los primeros solicitantes.
Fuimos a relaciones exteriores y en dos horas por sólo 50 pesos obtuvimos el pasaporte. Al día siguiente nos despertamos a las 5 de la mañana para ir a la embajada. Llegar temprano nos significó poder pasar a entrevista a las 8 de la mañana, siendo de los primeros solicitantes.
Quien nos entrevistó, me preguntó.
-¿Y usted a qué va?
Le expliqué que mi madre necesitaba de mi compañía pues tenia poca instrucción académica , etc.
Nos citaron por la tarde para recoger el pasaporte y visado. Llegamos puntual y observamos la alegría de unos y el desencanto de otros que nos precedieron en la solicitud de visa para ingresar a los Estados Unidos.
Al recoger el documento y revisar si tenia el sello de la visa, vimos que a mi madre le había sido otorgada por tres meses y a mi por 15 días. Nos trasladamos al aeropuerto para comprar los boletos de avión con destino a Tijuana, Baja California.
Al recoger el documento y revisar si tenia el sello de la visa, vimos que a mi madre le había sido otorgada por tres meses y a mi por 15 días. Nos trasladamos al aeropuerto para comprar los boletos de avión con destino a Tijuana, Baja California.
Era la primera vez que subía a un avión y no era por placer, en realidad era por apoyar a Doña Rufi en aquella aventura comercial.
Llegamos a la frontera y ahí a los dos días de haber llegado,hizo su aparición Jose Fonseca. Un hombre de baja estatura , bigotón y regordete que tenia años en Los Ángeles, dominaba el mercado de frutas, semillas y verduras de la Seven Street.
Todo parecía bueno para nosotros, aquel empresario nacido en Arandas Jalisco, era simpático y hasta hospitalario; nos llevó a su casa. Solo estábamos esperando la llegada del trailer con 30 toneladas de jamaica que llegó al dìa siguiente.
-Yo no le puedo pagar a ese precio, busque en todo el mercado de la seven street; no tengo ningún inconveniente si la vende por otro lado. Fonseca era quien ponía los precios en esa área de Los Ángeles y sabia que nadie nos compraría la jamaica al precio que nos había prometido.
Fuimos a ofrecer nuestro producto local por local, era lo mismo, nadie podía comprar tal volumen ni podía ofrecer precio.
Fuimos a ofrecer nuestro producto local por local, era lo mismo, nadie podía comprar tal volumen ni podía ofrecer precio.
Eran las seis de la tarde en Los Ángeles y mi madre y yo, caminábamos tristes por las calles cercanas al Dodger Stadium.
Al sentarse en una banqueta Doña Rufi se puso a llorar yo no tenia la mínima idea de qué hacer y solo atine a sentarme a llorar junto a ella.
Al sentarse en una banqueta Doña Rufi se puso a llorar yo no tenia la mínima idea de qué hacer y solo atine a sentarme a llorar junto a ella.
-¿Oigan ...a ustedes los conozco!, ¿No son ustedes los vienen de México y le trajeron jamaica a mi hermano José?
-Si, si señor somos nosotros...
-¿Y qué les pasó? ¿Porqué lloran? Miren aquí cerca esta mi casa, vamos los invito, ¿ya comieron?
-No señor, ni hambre tenemos...
-Pero vamos a mi casa y ahí me cuentan que les pasó.
-¡Oye cabrón! Aquí esta conmigo Doña Rufi y su hijo. No chingues, debes hacerte responsable y respetar tu palabra. ¡Le vas a pagar su jamaica tal y como habías convenido con ella!
José Fonseca respetaba mucho las ordenes de su hermano mayor y le pidió que le pasaran el teléfono a mi madre.
-Ya no se preocupe, esta bien, cuando llegue a la casa hacemos cuentas...
El apetito nos vino por arte de magia y aceptamos con regocijo la comida que nos ofreció aquel buen hombre.
-Le voy respetar el precio pero usted me va a dar un plazo de 90 días para pagarle. Le voy a dar tres cheques fechados...
Ese fue uno de los grandes negocios de doña Rufi y el principio de mejores transacciones comerciales de exportación de flor hibisco.
Antes de regresar a México, compramos en la Brodway cualquier cantidad de fayuca. Equipos de sonido y televisores de color que en México era difícil de conseguir.
Al llegar a México, mi madre pudo pagar a quienes le habían confiado su jamaica. Estaban asombrados y doña Rufi se ganó el reconocimiento de todos “los viejos lobos”.
Continuará.
Continuará.
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