A principios de los años 80, se destacaba en el arco del campeón "Benfica". Era un niño de 14 años que mostraba cosas fuera de lo común bajo la portería; (los que lo vieron no me dejarán mentir).
Benito Casiano Lorenzo era un adelantado a su época. Aún sin tener siquiera quién le dijera cómo debía trabajar bajo el arco, Benito jugaba su área como un líbero y tenía buen juego con los pies.
No era como todos los porteros de ese tiempo; el chamaco poseía una idea diferente y un estilo de juego que en esos años todavía no se conocía. Sin saberlo se estaba adelantando a muchos que después brillaron en el futbol profesional.
Todos lo admirábamos por su valentía y arrojo, por su serenidad bajo la portería. En Aquel Cruz Grande, Benito "Pardo" ya tenía un reconocimiento de parte de la afición cruceña.
Fue el más grande de todos los futbolistas cruceños el que lo animó a ir a pumas a probar suerte en el futbol profesional.
Javier Rafaela Delgado "Colo" le prometió una prueba en el conjunto del pedregal, su amistad con Mario Velarde podía ayudar a Benito a conseguir llegar a jugar profesionalmente.
Una tarde tomé una maleta pequeña y me fui con Everth Villalobos a la capital de la república a perseguir mi sueño. "Colo" me alcanzaría allá, dos días después.
Llegamos a C.U. y al entrar encontramos a Hugo Sánchez, (quien aún no era titular con los pumas). "Colo" le preguntó por Mario Velarde, el futuro pentapichichi nos dijo que estaba en las regaderas.
Fuimos hasta donde se duchaban todos los jugadores en un baño general, el mismo Mario Velarde "en pelotas" (como todos los que estaban bañándose) nos recibió y después de saludarnos a Javier y mi, sin más me mandó con Genaro Bermúdez. Al día siguiente ya estaba entrenando con las fuerzas básicas.
Una promesa del futbol que no pudo ser. "Para mi el mejor jugador que vieron mis ojos fue , Urbano Salado Alcindo, después de él, quiénes brillaban eran Pedro De La Rosa y Orlando Carmona". |
Los ejercicios y el trabajo duro de los entrenamientos eran extenuantes. Aunque me faltaba el apoyo económico para alimentarme mejor, no dejaba caer el ánimo, sabía que sí iba a triunfar; así me lo decían mis entrenadores. "Aunque eres muy joven y tienes que trabajar más, si sigues así vas a llegar", (me animaban).
Llegó la semana santa y me dieron tres días de vacaciones, debía reportarme rápidamente. El destino me tenía otro camino. Mis padres que no sabían nada del futbol, temieron que sólo me fueran a fracturar un pie o una mano y me exigieron que ya no saliera de la casa. "Toma el machete y vamos a trabajar, eso es lo que debemos hacer" -me dijo seriamente mi padre-.
Así, de tajo, se derrumbaron los sueños de quien pudo llegar a ser una figura de la portería de pumas. Estaba escrito que si no llegaba "Benito Pardo", iba a ser otro guerrerense el dueño de esa portería y fue -como todos saben-, Jorge Campos.
Benito sabe que pudo llegar y que si no lo hizo fue por obedecer el mandato de sus padres. Disciplinado, serio, trabajador callado como siempre fue, se le ve muy temprano montado en su caballo a seguir la orden de su finado papá, que es cultivar el campo; aunque ese no era su sueño.
Benito trabaja con mucho cariño y todas las tardes cayendo el sol se le ve llegar a su casa, contento porque al final es un hombre de bien, querido y respetado por sus amigos. Los que sabemos su historia lo seguiremos admirando por aquellas actuaciones bajo la portería y por su ejemplar vida ciudadana.
(Chéocrates)
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