"No te importa,
si vives desechada,
sombra venenosa,
sombra hechizada"...
La historia detrás de una canción.
La música tiende a transportarnos en el tiempo. Tiene una magia que nos lleva instantáneamente a lugares y momentos del pasado ; reviviendo imágenes y personas que fueron parte de nuestro entorno.
Así, en esa maravillosa "máquina de tiempo", puedo recordar con cariño a personas ilustres de Aquel Cruz Grande como Don Felipe Gatica, pidiendo al mariachi o al guitarrista le cantara "La pajarera" o "La prieta linda", melodías que a su vez le recordaban momentos y personas en su vida. Quiénes le conocimos lo vimos emocionarse y sacar alguna vez su paliacate rojo para enjugar alguna lágrima evocadora.
Corrían los últimos meses de 1969, la calle cinco de febrero, (hoy pavimentada) era barrancosa, hendida y pedregosa. Esa calle durante esos hermosos años, era nuestra "zona roja". Desde su inicio albergaba salones de billar y cantinas donde se disfrutaban los placeres propios de la farra y el ocio. En ella recuerdo también uno de los dos primeros molinos de nixtamal (propiedad del extinto Miguel Jacinto), el otro funcionaba en el centro del pueblo y pertenecía a doña Elisa Gatica, abuelita de nuestros conocidos "Bolillo", "Güero Licha" y Rommel Calderón.
Regresando a nuestros relatos de la calle cinco de febrero, decíamos que era el "atractivo" matutino, vespertino, pero sobretodo noctámbulo para los adultos de Aquel Cruz Grande. Los jóvenes de aquellos años que se atrevían a entrar a aquellos lugares non sanctos corrían peligro de ser detenidos por la policía municipal o peor aún por los terribles y temidos rondines militares. Para poder justificar la presencia de un parroquiano se le exigía portar su cartilla de servicio militar como prueba de su mayoría de edad. Con tal documento sólo se necesitaba el recurso económico y tener la suerte de no encontrar las mesas (y meseras) ocupadas por algún militar uniformado ya que ellos gozaban de la preferencia de cortesanas y prestadores de servicio de barra. "Competir" por una mesa con un simple soldado raso, en aquellos años era complicado y riesgoso.
Sonaba en las rockolas de aquellos antros la música de (entre otros), Javier Solís con "El mal querido", "El Loco" y muchas más. "Los Alegres de Terán" con "Los pilares de la cárcel", Chelo Silva con "Cheque en Blanco" e "Imploración". Fue en ese año y en las rockolas de esas cantinas que escuché al que para muchos colombianos es considerado el mejor acordeonista, ese era Aníbal Velázquez, que con un disco sencillo de 45 rpm (revoluciones por minuto), sonaba de día y de noche con "Ayúdame a vivir" y "Sombra Negra". Esta ultima canción se quedó en el gusto y el recuerdo de Aquel Cruz Grande. Las generaciones de hoy la escuchan en interpretación de Aniceto Molina sin saber que su éxito viene desde aquellos años en su versión original con Aníbal Velázquez. Esta querida melodía está seguramente en el recuerdo de papá y mamá pues en algún festejo o reunión de la gente mayor se solicita casi siempre escucharla. La letra de esta melodía realmente en partes es inaudible pero su temática alude sin duda al amor desafortunado. Sin duda es un número musical que simboliza las décadas 60' y 70'.
Un personaje muy popular en las décadas de los finales de los 60, los 70 y parte de los 80 fue sin duda Marcos Delgado Molina "Camarona" o simplemente "Camo". Simpático y ocurrente solía ser el líder de aquellas generaciones. Lo mismo "dirigia" a la "selección de futbol" u organizaba con gran éxito bailes populares en la cancha municipal ( hoy jardín).
Un ocho de septiembre de 1986, Marcos Delgado a las 7 de la mañana, vivía sus últimos momentos. Las notas de "Sombra Negra" se escuchaban lejanas para él a pesar de que Cipriano Jijón y su banda musical estaban una cuadra de su casa. En su lecho, le habló a su esposa:
-Oye Mica, están tocando "Sombra Negra"...
(Con cariño y respeto para ti, amigo Marcos).