Era tanto el miedo a los constantes enfrentamientos entre los líderes de las dos familias protagonistas de aquella rencilla añeja, que uno de sus últimos capítulos selló para siempre la posibilidad de que "volvieran a las andadas".
Aquella ocasión, una tarde de Abril de 1976 en el "Salón Modelo" se celebraba una boda. En ese festejo se encontraba como invitado especial "El gallo de copete" al que le cantaban los "Lacos" en su famoso "Corrido del 67", ese corrido describía parcialmente los acontecimientos de la tragedia de "La Coprera".
Eran casi las cuatro de la tarde cuando hizo su aparición "Pa' Joncho" Mejía, con tamaño pistolon, (que lucía siempre a un costado de su prominente abdomen). Se sabía que esa descomunal pistola era virgen; que sólo había disparado a zanates, cucuchas y una que otra víbora "sapera". Sin embargo, inexorablemente esa arma acompañó la regordeta figura de "Pa'Joncho".
Aquella tarde un buen número de invitados se apretujaron en la salida del salón, buscando ponerse a salvo de la segura reyerta y balacera. Temerosos de que los alcanzara una bala perdida, algunos caminaban a prisa incluso ya fuera del recinto . Se corrió la voz inmediatamente de que los dos patriarcas se encontraban en la fiesta (cosa que jamás se había visto). Era inevitable "el choque de titanes", pero todo resultó una falsa alarma. Ninguno de los viejos caciques se movió de su asiento y cada quien convivió con sus respectivos acompañantes sin que ninguno buscara molestar al otro. Fue el claro indicativo de que los tiempos de enconos y rencillas antiguas habían terminado. Pasaban a ser leyendas las batallas y los lamentables cobros y venganzas. Era evidente que ambos bandos habían sido reconvenidos por las fuerzas militares que habían sentado sus reales en Aquel Cruz Grande.
Heine Rangel.
El primero en hablar personalmente con ellos había sido Heine Rangel el coronel del 48 batallón de infantería. Rangel era un viejo militar de recia personalidad. Solía recorrer el pueblo en Jeep con su inseparable habanero. Su imponente figura y su tez rojiza trasmitía a la población una mezcla de respeto y miedo. En aquellos años, cualquier soldado razo era visto con mucho recelo y temor por los lugareños. Si bien era cierto que se les veía de soslayo, casi nadie de los cruceños se atrevía a quitarles un lugar en algún bar y ni siquiera se atrevían a verlos a los ojos. En ese tenor se entendía que el Coronel era la máxima figura y autoridad en el pueblo.
Carbajal.
Otro de los legendarios Coroneles de aquellos años era el Coronel Carbajal, temido por los propios castrenses y subordinados. Carbajal estaba siempre al pendiente de imponer su ley en Aquel Cruz Grande por si "los civilones" le faltaban al respeto a alguno de sus soldados.
No faltaron las anécdotas de uno de sus soldados favoritos como la del famoso Chapulín de Atrixco.
Al Chapulín, Carbajal lo comisionaba para pasar "la charola" a los ricos ganaderos de la Costa Chica, cuando se acercaba algún festejo del batallón.
En alguna ocasión que se iba a celebrar el día del ejército, Carbajal lo comisionó para recorrer la región y recoger "el apoyo" con algunas vaquillas y celebrar dignamente.
-Me manda el jefe don Salvador …
Añorve, el viejo cacique, terrateniente y ganadero, acaudalado de Cuajinicuilapa, le daba a escoger los ejemplares y Chapulín se llevaba los mejores a su rancho en Atrixco; los que no le gustaban eran para el festejo.
Así el famoso Chapulín recorría la costa cumpliendo con la encomienda del alto mando.
- Mi coronel, con la novedad que "la vaca pelona"...- dijo Chapulín-.
-¡Pelona tu chingada madre Chapulín!
Le contestó el coronel, atajando cualquier alusión personal.
Castillejos Adriano.
Un tipazo de Coronel. Quizá de los más queridos por la población civil. Había estado como teniente, unos años antes en Aquel Cruz Grande, conoció el primer cuartel de la loma, (donde hoy se encuentra la preparatoria). Interactuaba con la gente e hizo que los cruceños conocieran buena parte de las instalaciones militares. Era el casino de la colonia militar un lugar en que frecuentemente se desarrollaban bailes y verbenas populares a la que asistía buena parte de la gente cruceña, sin temor a sufrir alguna vejación. Castillejos sabía estimular a los líderes del comercio, ganaderos y políticos destacados. Aquellos elegantes bailes en el casino militar nos llenan de nostalgia ya que muchas veces fuimos honrados con su invitación. Solía cabalgar en hermosos corceles acompañado de sus oficiales por las calles de Aquel Cruz Grande. De Castillejos Adriano podríamos narrar tantas anécdotas agradables que llenaríamos muchas páginas del blog.
Mauro Enrique Tello Quiñones.
Su porte y galanura eran propios de un galán de cine. Tello también interactuó con Aquel Cruz Grande. Sus guapas hijas fueron alumnas de la técnica 13. Nadie se imaginó su terrible final años después, ya retirado.
Quiroz Ramos.
Un gran amigo. Bohemio y trovador, Quiroz Ramos tuvo un paso fugaz pero inolvidable en Aquél Cruz Grande.
Martínez Herrera.
Fue el último coronel que interactuó con la gente de Aquel Cruz Grande, al estallar la rebelión de los zapatistas en Chiapas, las instalaciones militares volvieron a cerrarse a la población civil...( Continuará)
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