El primer día de mi vida empezó a las seis de la tarde, a la edad de siete años; un seis de noviembre de 1964. Parado sobre una silla, al rededor de una mesa , me autodedicaba unas palabras de felicitación , frente a la cálida sonrisa de mi madre, el gesto hosco de mi hermano; la curiosidad mi primo David y las arengas para motivarme de mi tío: era mi cumpleaños.
APORTANDO: HISTORIA,CULTURA Y TRADICIÓN DESDE "LA CUNA DEL SON DE ARTESA". CRUZ GRANDE, GUERRERO, MÉXICO. AÑO VIII
"Aquel Cruz Grande" (D.R.) 2015.
*Derechos Registrados (2015). protegidos a favor del autor.
sábado, 27 de marzo de 2021
Memorias de un niño...
El primer día de mi vida empezó a las seis de la tarde, a la edad de siete años; un seis de noviembre de 1964. Parado sobre una silla, al rededor de una mesa , me autodedicaba unas palabras de felicitación , frente a la cálida sonrisa de mi madre, el gesto hosco de mi hermano; la curiosidad mi primo David y las arengas para motivarme de mi tío: era mi cumpleaños.
jueves, 25 de marzo de 2021
Memorias de Aquel Cruz Grande.
"Entré a trabajar al curato parroquial a la edad de 15 años. Vi llegar al padre Emilio Vázquez Jimenez, acompañado por su inseparable Eleuteria Genchi a quien el cura llamaba cariñosamente "comachi".
Don Emilio había sido designado clérigo principal de la parroquia de Cuautepec, pero ahí su estancia fue corta. Sus amorios con "la sanmarqueña" fueron descubiertos en muy poco tiempo por los feligreses cuautepecos que ni tardos, ni perezosos, denunciaron ante el obispado a Vázquez Jiménez, que salió del "cerro del águila" por la puerta de atrás.
Sin embargo; el obispo respaldó al cura compositor. Si bien lo habían corrido de Cuautepec, podía tranquilamente dar los servicios religiosos necesarios en otras poblaciones que carecían de un párroco, entre ellas había un lugar sumamente interesante: el naciente Cruz Grande.
Ahí pasé buena parte de mi juventud en los quehaceres del curato, ayudando en la cocina y otras tareas domesticas. Don Emilio Vázquez había sido bien recibido por la incipiente comunidad cruceña. Los feligreses acudían a misa y demás servicios religiosos guardando respeto al sacerdote y también a su vida privada.
Esto permitió a Vázquez Jiménez vivir su romance un poco más libre. Por las tardes en los corredores del curato, la pareja solía caminar y conversar sin ningún inconveniente.
Así transcurrieron los años y en 1947, Emilio Vázquez Jiménez cumplió con Eleuteria Genchi: terminó de construirle una casa grande y espaciosa que fue derrumbada hace poco, en ella actualmente se encuentra una tienda oxxo. (Aquí hacemos el comentario que efectivamente, uno de los caballetes de aquella casona que en algin momento fue restaurant-bar; muchos parroquianos observamos la leyenda que rezaba con letras rojas: "E.G. 1947" ¿Acaso sería el mismo párroco quien rotuló esas letras? Nuestra entrevistada no lo recuerda).
Una mañana del primer día de Octubre de 1949, (datos que otras fuentes manejan, aseguran que de 1945), el cura compositor celebraba una misa para los hermanos Juan y Elena Pérez, era tal el escalofrío y el malestar que sentía desde la tarde-noche del día anterior, que no pudo terminar el sacramento.
"Mañana, si dios me permite, terminaré esta santa misa...". Esas fueron sus ultimas palabras ante los feligreses y se retiró a sus aposentos para morir dos horas después.
Los recuerdos de doña María De Jesús Armenta siguen frescos en su memoria. A sus 95 años es un vestigio viviente de Aquel Cruz Grande, el pueblo católico que atestiguó el romance más sonado de la historia y folclore guerrerense de la costa chica; la historia del cura compositor y de su musa: Eleuteria Genchi "La Sanmarqueña"
Eliseo Juárez Rodríguez.
miércoles, 24 de marzo de 2021
DONATO SALIGAN...EL GOLEADOR CHAUTENGUEÑO....
En aquellos años de los 60, 70 e inicios de los 80 el futbol no era practicado en lo que hoy llamamos "Zona Delta", incluso en poblaciones como Copala y Marquelia no se practicaba el balompié. Encontrar un solo equipo en estos lugares era impensable, sus deportes favoritos eran el Basket y Voli-bol. Con la llegada de la televisión , llegó el futbol a las pantallas caseras y como en todos lados prendió rápidamente en el ánimo de todos los jóvenes de aquellas poblaciones. Fue así que también en Pico del Monte y Chautengo se comenzó a practicar el deporte más popular del mundo.
En 1993, fuimos testigos del primer torneo estatal de futbol celebrado en costa chica, teniendo como sede el poblado vecino de San Marcos. En aquella final vimos a una poderosa escuadra de la ciudad de Iguala. Ese gran equipo tenía como estrella goleadora a un paisano chautengueño llamado Donato Saligan. Siendo incrédulos fuimos a comprobar que tan cierto era todos los elogiosos comentarios que se hacían del lagunero. Resultó cierto. Vimos a un tipo de buena presencia fisica, resorteo y velocidad que disparaba al marco como a la menor oportunidad. Su olfato goleador era notable. Era un auténtico depredador del área. Los igualtecos lo arropaban de tal manera que lo hacian parecer como uno mas de ellos. Era logico, sabían que Saligan les daba mucha fuerza en el ataque y le daban buen trato.
En las odiosas comparaciones nunca nos vamos a poner de acuerdo. Los que vimos jugar a Urbano Salado (campeón del mítico torneo de los barrios, cuna de verdaderas leyendas del futbol mexicano como Cristobal Ortega, por ejemplo); estamos seguros que nadie ha llenado sus zapatos en su puesto de centro delantero. Jugó en Coyotes Neza y fue preseleccionado al mundial juvenil de Rusia. Los que vieron a Margarito Gonzalez estarán de acuerdo que nadie de los futbolistas de la costa chica ha llegado tan lejos como él. Si podemos comparar a Margarito con Urbano a nuestros ojos podemos afirmar que Urbano le pegaba al balón igual o más fuerte. El temible cañonero no tuvo la técnica ni el gol de Salado pero; el plus de Margarito fue su tenacidad y su profesionalismo. Atributos que Urbano simplemente no tuvo.
Quienes vieron a los famosos sanmarqueños "guacho" y "cabeza" -ex-presidente municipal, tendrán su propia opinión.
En las pinturas de Hugo Gallardo que adornan el ayuntamiento cruceño, vemos a Donato Saligan. Quizá no descolló como Salado o el propio Margarito pero sin duda tiene un lugar ganado por méritos propios.
"Honor a quién honor, merece"...