La Florencio Villarreal, 1972... |
Con el paso del tiempo esas familias que un día llegaron a Aquel Cruz Grande fueron aceptadas por los naturales de nuestro pueblo como si hubiesen nacido aquí. Algunos de los muchos que llegaron en aquellos años todavía viven y son muy populares en el pueblo tal es el caso de Camilo y otros. Los muchos llegaron casi al mismo tiempo que el 48 batallón de infantería que en ese año ya habían empezado a construir lo que serían sus instalaciones; con los llamados zapadores e ingenieros que diseñaron lo que hoy es la zona militar.
Al mismo tiempo que se anunciaba la eminente llegada de los castrenses y sus familias, Aquel Cruz Grande comenzó a despertar de su vida un tanto aletargada, la zona comercial que hoy conocemos -mercado municipal y crucero-, antes de 1970, era despreciada por la gente del Cruz Grande tradicional y hasta quiénes tenían posibilidades ecónomicas se resistían a irse a vivir " las orillas del pueblo".
Personas con más visión, fueron poblando poco a poco lo que hoy es la zona con más movimiento comercial (quizá) de la región Costa Chica. Entre quiénes se animaron a irse a vivir "tan lejos" del centro del pueblo, recordamos a don Octavio Molina Manzo+ y un tiempo después Abraham García Salmerón quien instaló un expendio de gasolina frente al centro de salud; ellos dos fueron los primeros que llegaron a vivir en esa parte sur de Aquel Cruz Grande.
Pero volviendo a la llegada del 48 batallón nos regresamos en el tiempo en que Don Felipe M. Gatica y otros ciudadanos apoyaron decididamente para que "la bella Cruz Grande" -como reza uno de los cánticos de guerra del 48 batallón-, fuera sede permanente de este brazo del ejército nacional mexicano.
No quedaron claros nunca los límites ni la extensión de terreno que ocuparían los militares, lo cierto que una vez inauguradas las instalaciones, los jóvenes de Aquel Cruz Grande, nos resistíamos "a entregar" la cancha de de futbol de Los Positos pues entre nosotros circulaba la versión que ese terreno no figuraba en la donación que había hecho don Felipe M. Gatica, ya que la cancha de futbol pertenecía -sic- a don Víctor Fuentes Landa párroco de la iglesia católica, con quién antes de la llegada de los militares asistíamos a entrenar. Lo que sí quedó más que claro fue que a partir de la construcción de las instalaciones militares, cada vez que nosotros queríamos practicar el balompié teníamos que pedir permiso para pasar a "nuestra cancha". Poco a poco el alto mando de los militares fue no sólo restringiendo la visita, sino que -aparentemente-, ensanchó arbitrariamente los límites de los terrenos que le habían sido donados hasta llegar a las faldas de los cerros que están a lado sur de sus instalaciones.
La llegada del 48 batallón resultó un detonante de fuertes contrastes; por un lado el arribo de más de alrededor de 700 familias significaba la demanda de más y mejores servicios; lo que desató en un verdadero dilema para el resto de la población vio con cierta nostalgia - y molestia, pues "les quedaba lejos"el nuevo mercado-. Por si fuera poco, el presidente muncipal Austroberto Gallardo Mejía, El Lobo, destruyó lo que quedaba del viejo mercado dos años después con todo y sus encantadores y majestuosos árboles de tamarindo.
La primera ubicación de lo que sería el mercado municipal fue en la calle Jaime Nunó; ahí, con improvisados techos de lámina de cartón y palapas se ofrecían las mercaderías inherentes al abasto público. En menos de dos días, después de la llegada a la callen Jaime Nunó, un grupo de esos prestadores de servicios, quiza buscando estar más cerca de la naciente colonia militar y su nueva y atractiva clientela, con el respaldo de don Aquilino Santos Calixto, arribaron a los terrenos de la familia Gallardo para ocuparlo sólo temporalmente. Después fueron ubicados definitivamente en los terrenos antes baldíos y solitarios del actual mercado y su zona comercial.
Habíamos comentado que la llegada del 48 batallón fue un detonante de fuertes contrastes pues si bien significó un revulsivo en la vida comercial del pueblo sólo benefició en gran parte a la clase privilegiada de Aquel Cruz Grande, al traer consigo la llegada de Banco Mexicano del Sur, -que a la postre ha cambiado de nombre llamándose Serfín y finalmente Santander-, y otros servicios que han impulsado el desarrollo, el costo de la vida en nuestro pueblo aumentó al grado de ser una de las poblaciones en que la canasta básica y -otros productos-, son mucho más caros que en los pueblos circunvecinos; ya que los prestadores de servicios generalmente tomaban como base al etiquetar los precios, el salario mínimo de los militares.
Otro de los aspectos que cambió con la llegada del ejército fue la vida nocturna de Aquel Cruz Grande, pues las tropas francas de los militares sedientas de vino, exigían los sexoservicios y las barras de bebida etílicas a todas horas. Fue así como la calle 5 de Febrero se popularizó como "la zona roja" del poblado, al instalarse una en seguida de otra, las casas de placer. En esas cantinas era común que los soldados llegaran prepotentes a desalojar a los "civilones" los antros. Sobra decir que los soldados eran los clientes preferidos de las damas de tacón dorado pues eran quienes pagaban mejor los servicios. Otro de los factores negativos que llegaron en esa época, son los vicios que la juventud antes de 1970 Aquel Cruz Grande no conocía, estos llegaron a arraigarse definitivamente en nuestro pueblo...
El 48 batallón forma ya parte de la historia de nuestro pueblo y los que precedieron su llegada -partidas militares, como se les llamaba- ocuparon primero el cerrito donde hoy se encuentran las instalaciones de la preparatoria de la UAGro. Fue en ese lugar donde tenían su sede y casas de sus familias de lo que llamábamos cuartel. En 1970 la partida militar ocupó en el centro del pueblo (actualmente un terreno baldío encerrado, atrás del ayuntamiento), una casa de teja que era propiedad de Doña Juana Méndez.+...
*Lo que el cruceño quiso decir...
Frasteros.
Forasteros...
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