"Aquel Cruz Grande" (D.R.) 2015.

IDEA,DISEÑO,IMÁGENES, TEXTOS Y REALIZACIÓN:
ELISEO JUÁREZ RODRÍGUEZ.
*Queda prohibida cualquier reproducción total o parcial, del material escrito o gráfico, sin el consentimiento de su editor.
*Derechos Registrados (2015). protegidos a favor del autor.

martes, 5 de septiembre de 2017

HISTORIAS DE MI COSTA CHICA....

LOS GÜEROS.

Eran ellos los más acaudalados y prósperos comerciantes, sus negocios estaban en todas las calles del pueblo. Acaparaban además todos los productos del campo. Nadie rivalizaba con ellos, sus bodegas repletas de insumos e implementos agrícolas estaban a reventar . En ellas se podía encontrar en cantidades sorprendentes palas, carretillas, zapapicos, lámina de cartón, rollos de alambre de púas y hasta tractores nuevos. Eran cuatro hermanos, tres de los cuáles trabajaban incansablemente. De piel blanca, casi amarillenta; de ojos hinchados e irritados que denotaban alguna enfermedad congénita.

La gente los respetó siempre porque a pesar de lo que fuera, sabían que los güeros se mataban trabajando y eran incansables. Yo los conocía bien por los tratos comerciales que tenían con mi mamá. Me divertía verlos llegar a los convivios del 48 batallón el 13 de septiembre acompañados de sus sirvientas para no ir solos, pues eran unos solteros empedernidos. Solo el mayor era casado y acudía a esas memorables cenas con su esposa.

PAPÁ CHONCHO.

En aquellas elegantes reuniones, el coronel en turno del batallón, invitaba a lo más granado de la sociedad de la costa chica. La cena-baile conmemorativa al pasaje histórico de "Los niños héroes de Chapultec" se desarrollaba en el casino de las instalaciones militares. 

Todos los invitados debían acudir de riguroso traje y corbata. En esas cenas era común la actuación especial de algún artistas de moda de la televisión, ya fuera vedette o cantante. De Cruz Grande los invitados generalmente eran los presidentes municipales, aunque curiosamente sólo iban el primer año; al siguiente ya no figuraban en la lista de asistentes. Recuerdo especialmente la primera (y única vez) que al coronel se le ocurrió invitar a uno de los viejos caciques de Aquel Cruz Grande avecindado en la Zona Delta. 

Esa noche el viejo terrateniente acudió con su vestimenta de siempre, o sea sin llevar el riguroso traje de etiqueta. Llegó acompañado de un escolta militar a ocupar su mesa. La cena transcurría entre discretos murmullos y música de fondo de Ray Connyf. El chocar de cucharas y cubiertos tintineaban en el ambiente. De pronto un feo carraspeo de garganta seguido de un escupitajo al centro del encerado y brillante piso del casino militar, dejó a los presentes sin ganas de seguir disfrutando la cena. Don Choncho gruñó algo y pesadamente se levantó de su mesa. Al siguiente año ya no fue de los invitados.


LA BODA FRUSTRADA.
Era uno de los güeros, (el más joven). Se comprometió en matrimonio con una linda mujer de "Tres Palos". Giró las invitaciones a su boda a todos sus amigos de la sociedad de Costa Chica. Acompañé a mi madre a lo que era el acontecimiento del año: se casaba uno de los millonarios que no querían dar su brazo a torcer. Se sabía que la novia no iba al altar por la belleza física del novio. Ni siquiera se trataba ya de un hombre joven, estaba cerca de los 40. Su atractivo eran los millones que se sabía tenía en el banco.

Ya no pudimos llegar a la misa, fuimos directamente al salón donde se iba a realizar la fiesta. La sorpresa fue encontrarnos al novio en la puerta, recibiendo y despidiendo al mismo tiempo a los invitados con todo y regalo. Sorprendentemente la boda se había suspendido ya que al momento de firmar el acta de matrimonio; la novia se dio cuenta que el contrato matrimonial era por bienes separados y dijo su contrayente que bajo ese régimen la boda quedaba sin efecto.

Al vernos el novio nos dijo.
-¡Pero pásenle doña Rufi, de todas maneras vamos a estar contentos, hay comida y música. Estas cosas así son..qué le vamos a hacer!-nos dijo el Güero.


DE TELENOVELA.

De no haberlo visto no lo hubiéramos creído. Sólo en las telenovelas las sirvientas se casan con los patrones. En esta historia de mi Costa Chica, sí fue real, bueno, casi real.
Las trabajadoras domésticas no se casaron, pero si terminaron heredando la fortuna de sus patrones. Los güeros nunca quisieron perder el tiempo en romances. Como todo ser humano tenían sus necesidades fisiológicas y al llegar a casa a descansar encontraban en sus famullas quiénes les brindaran algo más que desayuno, comida y cena. 
El inexorable paso de los años les cobró la factura cuando enfermos en lecho de muerte, firmaron testamentos millonarios a nombre de quiénes finalmente habían sido sus mujeres en la vida real.


No hay comentarios:

Publicar un comentario