"Aquel Cruz Grande" (D.R.) 2015.

IDEA,DISEÑO,IMÁGENES, TEXTOS Y REALIZACIÓN:
ELISEO JUÁREZ RODRÍGUEZ.
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*Derechos Registrados (2015). protegidos a favor del autor.

lunes, 19 de noviembre de 2018

ECOS DE AQUEL CRUZ GRANDE.



¿Dónde estarán los amigos, distancia, 
mis compañeros de juegos?
¿Quién sabe donde se han ido distancia,
y que habrá sido de ellos?

Distancia.
Alberto Cortés.




Aquel Cruz Grande, aquella pequeña población cuyos habitantes se concentraban en lo que hoy es el primer cuadro urbano de mi querido pueblo, ha crecido. No es más aquel simpático lugar que amanecía con "Las Mañanitas" dedicadas a los cumpleañeros. No es más aquel pueblo de una pequeña sala de 8 metros de fondo, por 4 de ancho, sin techo, y cuatro bancas de madera, en el que se proyectaban películas de "El Santo"; al que pomposamente nombrábamos "Cine Iris"

El auténtico centro de la población jamás ha dejado de serlo, aunque muchos se empeñen hoy en llamar "centro" a la zona comercial que se localiza en el sur de nuestra comunidad. 
Las dos principales calles, las dos principales arterias, eran y siguen siendo la calle Cuauhtémoc que como ya lo hemos mencionado en otras entregas, terminaba abruptamente en el arroyo conocido como "El Beque", nombre que nadie supo su significado y mucho menos quién lo asignó.
Ahí, en ese arroyuelo que cruzábamos con nuestros pies descalzos, íbamos a solicitar algún trabajo de carpintería a el señor Fidencio Rendón, padre de nuestro conocido Don Juan Rendón Villalba. 
Los Rendón, una familia muy querida y respetada, vivía (y sigue viviendo) ahí, aun lado de ese legendario lugar.

Aparte de hacer estupendos trabajos de carpintería, don Fidencio vendía deliciosos raspados, que aún cuando Don Canuto Flores+ había instalado su paletería, también eran preferidos por chicos y grandes.
Así, (decíamos), los niños también cruzábamos el arroyo para jugar en aquel frondoso lugar en que se podía comer mangos verdes y jugar tranquilamente a cualquier hora del día. Esa enorme huerta era propiedad de la profesora Emma Reynoso , autora de los libros de texto de ciencias naturales y además hermana de Don Daniel Reynoso, esposo de Doña María Salado, (ambos ya fallecidos).

Al adquirir esta propiedad  Don Felícitos M. Gatica, cedió generosamente gran parte del terreno para la construcción del primer Jardín de Niños que ya funcionaba en la calle Constitución, a un lado de la casa de Doña Paula Gatica y que hoy es el domicilio de la familia Manzanarez-Gatica. Fue así como se aperturó la segunda avenida de importancia para Aquel Cruz Grande y así  conectar directamente con el primer crucero que aquellos cruceños daban en llamar "El Crucero de Doña Beta" nombre que se le daba por ser la casa de la madre de nuestro querido Virgilio "Villo". 
La otra principal avenida (la de mayor tráfico e importancia), tiene dos nombres, se llama Florencio Villarreal.
Al norte, esta calle nace, (se puede decir), en la colonia Amado Nervo.  Al cruzar el zócalo toma curiosamente el nombre de "Álvaro Obregón" y termina justo en el crucero de la carretera Acapulco-Pinotepa Nacional, Oax. 

Las familias líderes.
Tal y como lo dice alguna canción, "La vida es una ruleta". En los años de los sesentas, había -como suele suceder- familias progresistas que dominaban el escenario económico de Aquel Cruz Grande.
Aquellos clanes familiares eran los Manzanarez con un inmenso capital que se sustentaba principalmente en el ganado vacuno. Era del dominio público, la riqueza de los Manzanarez, cuyo patriarca Don Moisés Manzanarez Cuevas, no sólo gozaba del respeto de la población, sino que era distinguido con la amistad de gobernadores en turno. Sus hermanos Tigrio, Vicente y Elisa, también amasaron fortunas considerables. Don Felipe M. Gatica y su hermano Felicitos, poseían también ganado en cantidades considerables y competía de alguna manera con los Manzanarez; que aún ubicados fuera del territorio perteneciente a nuestro municipio, siempre hicieron su vida social con nosotros. Ambos líderes y patriarcas de esas familias, decidían los destinos políticos de Aquel Cruz Grande promoviendo candidatos que, primero los consultaban; antes de proclamar sus aspiraciones.

Niños Fifís de Aquel Cruz Grande.


Portada Comics. El Llanero Solitario. Novaro Epucol Colomb… | Flickr
Asi se disfrazaba el popular "Zague". Una enorme roca que estaba atrás de la casa de la familia Delgado, era el escenario ideal para los juegos de nuestra infancia.










Se podía pensar que con todo y su poder económico, los niños de algunas de estas familias eran unos infantes acomodados cuya presencia se distinguiera de los otros. No fue así. Los niños fifís de Aquel Cruz Grande, sólo eran dos y sólo uno tenía televisión. Ellos se disfrazaban en sus juegos de "Vaqueros y apaches" con los trajes de personajes de los comic´s famosos en esos ayeres. "El Charrito de Oro", era Tangamanga Molina. "Toro", compañero de "El llanero solitario" era (David Bonilla Rodríguez). Hubo dos o tres niños fifís más, en Aquel Cruz Grande, sin embargo, nadie de estos, superó en comodidades los Bonilla. Ellos gozaron en su infancia de juguetes, paseos y fiestas que nadie de aquellos niños soñábamos siquiera. Como un ejemplo recuerdo aquel estupendo carro que mi tío Rogelio regaló a su hijo Gello. Es la hora -sin exagerar-, que no he visto uno igual. Gello iba por las solitarias calles de Aquel Cruz Grande, manejando su carro, con una parvada de chiquillos que nos conformábamos con ir corriendo a los lados de su vehículo, escoltándolo. Muñecas parlantes y bicicletas, etc. sólo los niños Bonilla disfrutaban. La segunda televisión que conoció Aquel Cruz Grande, fue la que el doctor Bonilla trajo para sus hijos sólo unos días después de la primera, (que trajo a su casa Don Miguel Jacinto).

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"Tangamanga" tenía su traje de "Charrito de Oro". 
Era la envidia de todos los niños de entonces. Era imposible "matarlo" en aquellos míticos combates.















Para cerrar este capítulo de Aquel Cruz Grande y sus niños fifís, les comparto esta anécdota:

Jugábamos a "las canicas".
-¡Niñoooo!, Niiñooo! -Gritaba la nana-¡Que dice tu papá que ya te vengas a comer!
Esa llamada a gritos se repitió dos o tres veces, hasta que aquel niño que estaban llamando a comer, aventó enojado sus canicas al suelo, protestando por la interrupción.
-¡Chh...más vale ser pobre y no rico, porque ni me dejan jugar...!



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