"Altivo y majestuoso, te contempla,
el Cerro de Camacho y los Pocitos
y parecen felices vitorean,
tu futuro feliz bello pueblito..."
Carlo Manzo Mejía.
Han pasado mucha agua bajo el puente de las marías, a más de cincuenta años.
¿Acaso la poética premonición del vate Carlos Manzo de "tu futuro feliz" se cumplió?
No lo sé, hoy eres otro lugar y sin la misma gente aunque parezca mentira. Son muchas más las caras desconocidas que las que puedo identificar. Eres el Cruz Grande de bancos y empresas afincadas en tu suelo.
Del cancino paso de los borricos y caballos, al trafico de vehiculos dia y noche, de los expendios de gasolina a las modernas franquicias de PEMEX, de las modestas pero "familiares" misceláneas a los oxxos a cada paso, hay un largo recuerdo solamente.
Tu no eres Aquel Cruz Grande de aquellos niños que íbamos a la primaria sin uniforme y descalzos que a la hora del recreo, sin un clavo en la bolsa, corríamos "a tomar agua" hasta nuestra propia casa; a los que hoy se niegan a asistir a clases si no llevan cincuenta pesos para el recreo.
El deseo de volver a vivir esos ayeres es nostalgia de todos los días. Quién te vio amado Cruz Grande y quien te ve hoy no te reconoce. Ya no eres tú.
Es agradable recordarte. Todos nos conocíamos. Identificábamos una a una a todas las personas y sabíamos a qué se dedicaban.
Las mañanas silentes. Las vendedoras de leche en el corredor de don Carlos Manzo, los olorosos tamales chocos, las vendedoras de flores que casa por casa ofrecían ramilletes mientras se escuchaban los primeros acordes de las mañanitas con Pedro Infante, recitando "en la fresca y perfumada mañanita..."
Al terminar la melodía, la voz de don Octavio Molina el Capi, daba a conocer a quien ese día, festejaba su cumpleaños. Una vez que se daba a conocer el nombre del cumpleañero, sus amigos más queridos elaboraban una lista de canciones -generalmente cinco- acompañados precisamente con el billete de cinco pesos. Cada uno de los que felicitaban al festejado en turno dedicaba "Las mañanitas", "En tu día", "Mi Regalo" y luego un par de canciones que estuvieran de moda, como por ejemplo "Carta Fatal" con Los Jaibos o "Virgen de mi soledad" con Jorge Valente. Antes de escuchar cada número musical, el Capi, con una voz clara y bien modulada pronunciaba el motivo de las dedicatorias y nombre de la festejada o festejado.
¿Quién vio tus calles que bañaron de polvo mis infantiles pies?
Veo y escucho (como si aquí estuvieran) a todos los personajes de aquel pueblo tranquilo y apacible.
Lo mismo recuerdo a Ruffa y sus rebosantes vitroleros con aguas de horchata y limón, en la esquina de la casa de Doña Mariana Flores, (hoy esta una tienda de teléfonos) y frente a ella -ahí donde está ahora una farmacia-, el recuerdo todavía ve las gentes de las comunidades, ganaderos y otros, esperar pacientemente desde temprana hora, hacer o esperar alguna llamada de larga distancia.
Era común observar que hasta por tres días consecutivos se aguardara a que "hubiera línea" o que la persona deseada se comunicara.
Los que te vivimos, te considerábamos bronco y hasta salvaje. ¡Cuán equivocados estábamos! en Aquel Cruz Grande, las pugnas eran entre familias y la seguridad estaba casi garantizada para quien no tenía problemas. Los "armeros" respetaban -por lo general- al resto de la población. Hoy mírate, no sabemos ni conocemos donde pueda surgir una situación de riesgo. Los que te conocimos hace más de 60' años, te extrañamos...
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