Te miro y pareces dormida.
Aprisionan tus manos, ramito de azahar.
Un sueño profundo y muy triste, del que ya nunca, te despertarás.
"Vestida de novia"
(Palito Ortega.)
Podría pasar la vida lamentándome el tiempo que perdí sin disfrutar de tu querida presencia, pero prefiero recordar los momentos en que fuiste feliz conmigo. Es tan corto el amor y tan largo el olvido que se pasa el tiempo sin identificar el color de la felicidad. Me sorprendo a mi mismo recordando cuando disfrutabas estar en familia. Nada te ponía tan contenta como verme alegre por estrenar tenis o comprar ropa o aparatos electrónicos. Por esa alegría que sentías al verme feliz viendo ganar al América, te hiciste más americanista que yo al grado de que tus niveles de glucosa se disparaban peligrosamente si el equipo perdía. Adquiriste el conocimiento del balompié y sabías de táctica elemental. Criticabas cambios y alineaciones como el más avezado de los fanáticos.
-"Parece que estás estrenando tú".- te reprochaba divertida mi hija Ely, a ver que te ponía feliz verme estrenar, como niño (con zapatos nuevos). ¡Qué curioso, pocos conocemos esa manera de ser feliz, viendo la alegría en otros! Yo no era simplemente otro para ti. Era tu artista, tu galán, tu novio y tu hijo mayor.
Nunca tuve una relación sincera por parte de los tuyos. Por darte gusto, aceptaban que yo fuera a sus convivios. Igual yo, si acudía a fiestas y cumpleaños era por darte gusto. Me sobrevaloraste en todo lo que hacía mediocremente. Cualquier logro mío por pequeño que fuera lo ponderabas hiperbólicamente. Lo más seguro era que tus familiares se enfadaban al verme en su casa y más aún si tenían que soportarme al verme tocar la guitarra y cantar. Yo iba a regañadientes pero por dentro sabía que si con algo te tenía que pagar tanto amor era haciendo lo que tu querías y si con ello lograba enfadar mas a quien no me quería, pues...qué mejor.
Sí, era tu artista y yo, lo sabía. Fue por eso que al verte inerme, dormida para siempre, te canté desde que te colocaron en nuestra sala por última vez. Nadie sabe (ni jamás sabrá) el fondo y la forma de nuestras vidas. Nunca me hubieras perdonado que no te cantara aún cuando ya dormías el sueño profundo. Simplemente no me lo hubieras perdonado. Lo que opinara "Chana o Juana" nunca estuvo en mi presupuesto de autocensura o censura extraña. Cumplí en lo único que pude darte gusto como lo hice en la muerte de nuestra hija, porque finalmente algunos de los Juárez somos así. ¿Te acuerdas de mi querida tía David Juárez Alarcón? Tengo retratada la imagen aquella cuando antes de morir, redactó una larga lista de canciones y melodías que la orquesta tocó a escasas horas de que falleciera. Boleros y otros números musicales que hicieron que sus hermanos (mis tíos) se levantaran y se fueran del velorio refunfuñando contra mis primos:
-Ya ni la chingan ustedes, como se les ocurre esa música.
-No tío, fue la voluntad de ella.
Seguramente, mi inolvidable tía sonreía divertida, viendo como las canciones les llegaban a sus hermanos, haciendo recordarles tal vez situaciones personales... (tal vez).
Igual tú, se que me escuchaste y que no te fallé: te brindé tal vez lo único que pude darte y lo hice hasta que te fuiste físicamente de tu casa.
Te extraño.
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