no te lleves a mi amor
mira como me dejas
hecho pedazos el corazón"
Canción Popular mexicana.
AMPLIACIÓN DE LA CALLE CUAUHTÉMOC.
Por esta calle transitaban los vehículos en "Aquel Cruz Grande". En la actualidad permanece cerrada. |
La calle Cuauhtémoc es la segunda en importancia después de la avenida Florencio Villarreal -Álvaro Obregón. En los maravillosos años de los 60´-70´s esta calle terminaba, -caminando al poniente- justo en el arroyo temporalero que los cruceños conocemos como El Beque. Al cruzar ese arroyo, nos encontrábamos con una gran huerta de tamaríndos, cocoteros y mangos, propiedad de la maestra Emma Reynoso, (autora del famoso libro de texto de ciencias naturales y hermana de nuestro conocido Don Daniel Reynoso+).
Hasta toparse con esa enorme huerta hoy conocida como Los Mangos, circulaban los pocos vehículos que transitaban las calles polvorientas de Aquel Cruz Grande. Si se pretendía seguir la ruta con rumbo al crucero, había que doblar la esquina una cuadra antes a la izquierda y luego volver a doblar a la derecha para tomar la calle que pasaba frente a las casas de Fernando Cañedo+ (quién a la postre sería presidente municipal), y Don José Calleja que se convirtió en líder y funcionario de bienes comunales; de esa manera podíamos llegar hasta el crucero de Doña Beta y tomar la carretera nacional con rumbo al bello puerto. Esa era la ruta más utilizada por los vehículos de aquel entonces, los autobuses Flecha Roja y las camionetas llamadas Gacelas que entraban generalmente por ese crucero, después daban la vuelta en la calle principal que se cruza con la Alvaro Obregón. Aquellos primeros vehículos automotores hacían una pausa casi frente a la casa de Don Arturo De la O +, para subir pasaje con rumbo a Acapulco.
Al llegar los años 70´s, Don Felicitos M. Gatica+ adquirió esa enorme huerta que fue por muchos años parque de diversiones de los chiquillos de Aquel Cruz Grande, ahí retozaban en ella todas las tardes jugando y comiendo los frutos que prodigaban en abundancia sus árboles. A Don Felícitos (q.e.p.d.) se debe la ampliación de esta importante arteria de nuestro pueblo, pues permitió generosamente su apertura, al ceder una buena parte de la huerta para tal efecto.
Unos años antes (1967), se había fundado el Jardín de Niños "Jovita Delgado de Abarca", llamado así en honor de la primera dama del estado, esposa de Raymundo Abarca Alarcón gobernador de nuestra entidad en esos ayeres. Este jardín de niños fue el primero en su nivel que se instaló en nuestro pueblo y ocupó dos ubicaciones más antes de llegar a su actual dirección, recordamos especialmente una casa en la dirección de la calle Constitución -atrás de la casa de la familia González-. Mencionamos como dato importante la llegada del "Jovita Delgado de Abarca" porque tal vez tuvo que ver en la decisión del propietario de Los Mangos, para aperturar el camino y dar paso a lo que sería la ampliación de la calle Cuauhtémoc como actualmente la conocemos.
Hasta toparse con esa enorme huerta hoy conocida como Los Mangos, circulaban los pocos vehículos que transitaban las calles polvorientas de Aquel Cruz Grande. Si se pretendía seguir la ruta con rumbo al crucero, había que doblar la esquina una cuadra antes a la izquierda y luego volver a doblar a la derecha para tomar la calle que pasaba frente a las casas de Fernando Cañedo+ (quién a la postre sería presidente municipal), y Don José Calleja que se convirtió en líder y funcionario de bienes comunales; de esa manera podíamos llegar hasta el crucero de Doña Beta y tomar la carretera nacional con rumbo al bello puerto. Esa era la ruta más utilizada por los vehículos de aquel entonces, los autobuses Flecha Roja y las camionetas llamadas Gacelas que entraban generalmente por ese crucero, después daban la vuelta en la calle principal que se cruza con la Alvaro Obregón. Aquellos primeros vehículos automotores hacían una pausa casi frente a la casa de Don Arturo De la O +, para subir pasaje con rumbo a Acapulco.
Al llegar los años 70´s, Don Felicitos M. Gatica+ adquirió esa enorme huerta que fue por muchos años parque de diversiones de los chiquillos de Aquel Cruz Grande, ahí retozaban en ella todas las tardes jugando y comiendo los frutos que prodigaban en abundancia sus árboles. A Don Felícitos (q.e.p.d.) se debe la ampliación de esta importante arteria de nuestro pueblo, pues permitió generosamente su apertura, al ceder una buena parte de la huerta para tal efecto.
Unos años antes (1967), se había fundado el Jardín de Niños "Jovita Delgado de Abarca", llamado así en honor de la primera dama del estado, esposa de Raymundo Abarca Alarcón gobernador de nuestra entidad en esos ayeres. Este jardín de niños fue el primero en su nivel que se instaló en nuestro pueblo y ocupó dos ubicaciones más antes de llegar a su actual dirección, recordamos especialmente una casa en la dirección de la calle Constitución -atrás de la casa de la familia González-. Mencionamos como dato importante la llegada del "Jovita Delgado de Abarca" porque tal vez tuvo que ver en la decisión del propietario de Los Mangos, para aperturar el camino y dar paso a lo que sería la ampliación de la calle Cuauhtémoc como actualmente la conocemos.
Para visitar el puerto de Acapulco, -ya en los 70´s- los cruceños de aquel entonces procuraban salir muy temprano para "agarrar la flecha".
Antes de salir el sol, casi en el alba, se distinguía bajando la calle Álvaro Obregón, una figura menudita y femenina muy respetada querida por todos. Ella atizaba "los niscomes" y dejando que el aroma de aquellos inolvidables "Tamales chocos" nos alborotaran el estómago, exigiendo un trago de café caliente y saborear aquella golosina mañanera con la cual se podía olvidar cualquier almuerzo por opíparo que fuera.
Antes de salir el sol, casi en el alba, se distinguía bajando la calle Álvaro Obregón, una figura menudita y femenina muy respetada querida por todos. Ella atizaba "los niscomes" y dejando que el aroma de aquellos inolvidables "Tamales chocos" nos alborotaran el estómago, exigiendo un trago de café caliente y saborear aquella golosina mañanera con la cual se podía olvidar cualquier almuerzo por opíparo que fuera.
Al llegar al crucero que era entrada y salida al pueblo, (pues no existía la entrada que hoy conocemos) se cruzaba el arroyo sorteando aguas negras, o quitándose momentáneamente los zapatos o huaraches si el agua estaba limpia, (no había puente). A la derecha bajo un árbol de huamuchitl, se esperaba pacientemente una hora a que pasara la flecha, en caso de llegar tarde.
Toda la zona comercial que hoy conocemos era ocupada por huertas de cocoteros y huizáches, aún no llegaba el 48 batallón...(Cheo Juárez)
No hay comentarios:
Publicar un comentario