"Aquel Cruz Grande" (D.R.) 2015.

IDEA,DISEÑO,IMÁGENES, TEXTOS Y REALIZACIÓN:
ELISEO JUÁREZ RODRÍGUEZ.
*Queda prohibida cualquier reproducción total o parcial, del material escrito o gráfico, sin el consentimiento de su editor.
*Derechos Registrados (2015). protegidos a favor del autor.

lunes, 26 de abril de 2021

De la Josefa a la Florencio...el famoso bulling.



"Después de tantas noches,
de amargos sufrimientos, 
por no saber de ti. 
Ya ves. No te he olvidado;
tampoco traicionado:
te sigo siendo fiel."

"Mil Noches".
Los Cometas.


Cuando el más pequeño de mis hijos, asistió por primera vez a la escuela primaria "Josefa Ortiz de Domínguez", no soportó el encierro en las aulas. Nunca supe bien a bien porqué se negaba a asistir al día siguiente que Tere lo obligó a entrar a clases. Llorando ingresó al interior de la mítica escuela de nuestro pueblo.
Al regresar a casa después de otro tormentoso día de clases, el pequeño hizo desesperar a su madre al negar una y otra vez querer asistir al día siguiente. Su negativa casi obligaba a su mamá a amenazarlo con llevarlo a fuerzas si era preciso. 
Cuando encontré a Tere justo en el momento que reprendía su actitud, me enteré del asunto y abrazándolo le pregunté:
¿Hijo, en verdad, no quieres ir a la escuela?
Moviendo la cabeza tristemente me dijo que no.
Pues no vayas. Quédate en la casa, no quiero que llores más. 
Tere protestó pero le dije: ¡Si el niño no quiere asistir a clases no lo obligues, no va a ir!
Tomé una decisión acertada que parecía incongruente. El niño no fue más a la escuela y perdió todo ese año escolar, al siguiente; sin que nadie se lo exigiera ni lo presionara, pidió a su mamá lo inscribiera en la escuela pero no en la "Josefa Ortiz de Domínguez", sino en la "Vicente Guerrero" donde los niños en el recreo retozaban libremente por el amplio patio de la escuela. Llegó a ser el mejor de todos sus compañeros. Su viveza y agilidad mental le hacían aparecer habitualmente en el primerísimo lugar del cuadro de honor; siendo él, quien representaba a su escuela en los concursos de zona, imitando el desempeño de sus hermanos mayores que también destacaban académicamente. Una de las anécdotas que todavía celebran sus ex maestros es aquella que en un concurso de zona, en la aplicación del examen al mismo tiempo, se desarrollaba un partido importante del mundial de futbol en USA,
"El pollito" ( así le decía a mi niño), contestaba una a una las preguntas de aquella prueba sin dejar de seguir la narración del "Perro" Bermúdez, que aunque relativamente lejana se escuchaba claramente proveniente de las casa vecinas a la escuela donde se desarrollaba el evento. El grito estentóreo de ¡gooooooool....! del narrador hizo que mi amado niño saliera corriendo, agitando las manos, olvidando que se encontraba en un examen de concurso; gritando el tanto de la selección mexicana, anotado por Marcelino Bernal a la poderosa escuadra italiana. 
Los maestros sinodales, (un tanto contagiados del fervor patrio y futbolero) no lo reprendieron, entre sorprendidos y divertidos, lo invitaron a tomar su lugar y a seguir contestando el examen.
Al término de aquella aplicación se llevó el primer lugar de la zona pese a que todo el tiempo estuvo al pendiente del partido de Futbol. El más pequeño de mis hijos sigue siendo así, inteligente, reservado y, (loco por el América) como su papá. 

Chapulín de las primarias...
Recordé aquel instante (cuando apoyé a mi pequeño hijo), los tristes momentos que pasé en la misma primaria. Mi madre, aún con sus pobreza en aquellos años, se las ingeniaba para motivarme a asistir a clases, sin embargo todo mundo le daba referencia que "pajarito" (así me llamaban), se la pasaba de salón en salón con su mochila en la mano, viendo tomar clases a los otros grupos. 
Mi negativa a entrar a mi salón no se debía a que no me gustaran las clases, dentro de mi grupo había dos o tres niños que me molestaban y a la hora del recreo hasta amenazaban con pegarme. 
Mi madre era joven y su fracaso matrimonial con mi padre la obligó a desempeñar el doble papel de la patria potestad. Era lógico que ella a sus años como cualquier ser humano quisiera vivir. Esbelta y de hermoso cuerpo mi madre atraía. No le faltaban pretendientes. Toda esa circunstancia era utilizada por aquellos niños mayores que yo, para hostigarme todos los días, haciendo de mi escuela un centro de tormento en que las horas de la mañana parecían eternas.
Generalmente en los inicios de los cursos, emprendía las primeras clases con renovados bríos. Me destacaba a "las primeras lecciones" (como decía José Alfredo). Mi facilidad para leer era infinitamente superior a la de cualquiera de mis compañeros. Ya en segundo año, de la mano de Doña Marciana Ramírez, era un lector consumado de poesías y textos de aquellos hermosos libros que en la portada presentaban a una bella mujer representando a la patria.  Era y (sigue siendo el español), mi platillo favorito. Puntos, comas, acentos...siempre respetados desde que los conocí. 
-¿Porqué no quieres ir a la escuela?
Esa fue la pregunta que me hizo doña Ruffus con un cable de henequén en las manos. Ese es el recuerdo más triste de mi relación con quién me dio la vida. Me llevó casi arrastrando, y a punta de azotes hasta dejarme llorando y golpeado frente a maestros y alumnos de la escuela. Admiro tanto a mi madre y me siento tan agradecido y orgulloso de ella, que tengo su influencia en gestos y modos, pero con todo y eso, en aquella o ocasión ni con los azotes me hizo cambiar de actitud; seguía renuente a asistir a clases.
Un día le prometí a doña Ruffus ir con gusto si me cambiaba a la nueva escuela primaria de Playa Larga, el resultado fue peor: ahí me encontré a otros niños que, molestos por situaciones ajenas a mi, me hicieron la vida imposible.
Todos los días salía puntualmente de mi casa con dirección a Playa Larga, fingiendo ir a clases, para quedarme escondido en la maleza de las faldas del cerrito de la Fátima.
Agazapado me sorprendió don Eulalio Gallardo, viendo hacia la escuela. 
-¿Qué pasó Tito?
-No le vayas a decir a mi mamá que no entré a clases por favor...- le rogué-.
Doña Ruffos buscaba la solución a mi conducta y creyó encontrarla cuando decidió mandarme a un internado en Chilapa, Guerrero. 
Yo nunca fui capaz de decirle las razones...

 

domingo, 4 de abril de 2021

Ecos de Aquellos Grandes de Cruz Grande...

Alguna vez escribí algo acerca de él. A la fecha, todavía escucho comentarios llenos de admiración acerca de cómo pudo en su momento mantener relaciones fuera de su matrimonio; sin tener ninguna queja, problema o escándalo por parte de su esposa o alguna de sus parejas. Si agregamos a esto que las tres mujeres lo respetaban; vivían en la misma calle siendo vecinas y hasta se dice, que se llevaban bien al grado de intercambiar la comida del medio día; seguramente más de alguno lo hubiera querido conocer para pedirle la fórmula. "Nunca te pelees con la mujer: déjala que hable y simplemente niega las cosas" -le escuché decir alguna vez que platicaba con sus amigos-. "En realidad ella lo sabe pero jamás le gustaría escuchar (en tu voz) que no le eres fiel"-decia-.

Esta increíble historia no era exclusiva de este cruceño; se repetía constantemente, (no en todas) las casas de ricos y pobres de Aquel Cruz Grande, aunque no fuera exactamente igual. En aquellos años era común que los hombres de aquel tiempo tuvieran relaciones extramaritales. Las casas chicas, segundas, terceras y hasta cuartas familias eran asuntos normales. Vi a señores respetables y familiares directos que salían de viaje o vacaciones con su esposa, dejando a cargo la casa principal a una de las concubinas. La relación entre hermanos y medios hermanos era una práctica bien vista y se les veía convivir y reconocerse de manera normal en la misa de los domingos y fiestas o eventos de cualquier índole. No se cuestionaba al que podía mantener aquellas situaciones que hoy, si bien no se han dejado de hacer; se hacen de manera clandestina. Don Fulano o don zutano eran personas respetadas y honorables ante la mirada de Aquel Cruz Grande.

Los que conocimos de cerca a estas personas legendarias por su ejemplo de trabajo, lamentablemente no imitamos su modelo de superación y esfuerzo, muchos quisimos solamente emular las delicias de las relaciones fuera de matrimonio sin tener la fórmula que ellos conocían. Las consecuencias de querer ser como "los grandes" siem


pre fueron catastróficas. 


sábado, 27 de marzo de 2021

Memorias de un niño...


El primer día de mi vida empezó a las seis de la tarde, a la edad de siete años; un seis de noviembre de 1964. Parado sobre una silla, al rededor de una mesa , me autodedicaba unas palabras de felicitación , frente a la cálida sonrisa de mi madre, el gesto hosco de mi hermano; la curiosidad mi primo David y las arengas para motivarme de mi tío: era mi cumpleaños. 

Extrañamente no recuerdo nada acerca de mis primeros años de existencia y creo que ese"don" de olvidar el sufrimiento y los momentos tristes comenzó precisamente en los albores de mi vida. Sólo vagos recuerdos de accidentes por quemaduras de carbón en los piés y un plato de frijoles hirviendo que me cayó accidentalmente en el abdomen; acuden borrosos a mi memoria. Fuera de eso: nada.

Eran los primeros años de Aquel Cruz Grande de los años sesentas. Ese Cruz Grande cuyo latidos se escuchaban más fuertes en el centro de aquella comunidad de tardes silenciosas que se rompían con algunos gritos de los niños jugando o el pac-pac del balón de basquek bol rebotando en la cancha de tierra frente al Ayuntamiento y la escuela primaria.

La modesta miscelánea de doña Ruffus, estaba "surtida" con los básicos, azúcar, aceite, arróz, harina y galletas “Marias” y “Norteñas”. Aquella tiendita que parecía abastecida, en realidad sólo tenía lo poco que la poca clientela de Aquel Cruz Grande demandaba por las frescas mañanas y las nostálgicas tardes en que el sol se despedía para dormir atrás del cerro de Camacho. 
En esas tardes desde sus casas, llegaban a nuestra tiendita para adquirir veladoras de papel “la gloria”, petróleo y un "manojo" de zacate para sus borricos y caballos. Pronto, un candil alumbraba entre penumbras los rostros conocidos que acudían a comprar antes de acostarse. Antes de las ocho, mi madre cerraba las puertas, mientras las ondas hertzianas nos trasmitían las emociones de Chucho El Roto en la W.
Antes de las nueve, Aquel Cruz Grande dormía quieto. Alguna noche se escuchaba pasar el motor de un camión de carga pesada, sus luces se colaban por entre las tejas de la casa de adobe alejando momentáneamente la penumbra.

Al amanecer mi madre se levantaba para abrir la tiendita. Una mañana al sentirse mal, le pidió a mi hermano Oscar, que atendiera a la clientela. "Ya estás grande y puedes ayudarme. Yo voy a estar al pendiente, por favor, cuida la tienda". 
Mi hermano -con sueño todavía-, fingió obedecer y se colocó detrás del mostrador. Al momento se apareció "Gacha", una señorita de avanzada edad, pidiendo en voz alta que se le atendiera.

-¡Óscara, Óscara! ¡Quiero una tarjetita de café Tineo!
Mi hermano, con más ganas de seguir durmiendo que de vender, le dijo en voz casi imperceptible.
-¡No hay! ¡No hay!
-¡Bueno entonces dame un cuarto de azúcar!
-Tshhhhh! ¡Tampoco hay!
-¿Cómo no va a haber, si de aquí la estoy viendo? ¡Rufi! ¡Óscara no me quier vender!
-Shhhtt... ¡Cállese señora, va a despertar a mi madre que está enferma!

Llegaba el año de 1966, jugando con mis primos frente a la casa, bajo un enorme árbol de acacia que se encontraba a escasos treinta metros de la cancha de Basquek escuche una noticia triste. Un potente receptor de radio de bulbos que se escuchaba claramente hasta fuera de mi casa interrumpió su programación. "Hoy por la mañana falleció el rey del bolero ranchero Javier Solís". Después de dar la funesta nota, se escucharon los primeros acordes de Sombras.

El presidente de Aquel Cruz Grande era el Doctor Humberto Mayo originario de Buenavista, Gro. Él ocupaba la casa de adobe de don Cléofas Pavón que se había ido del pueblo después de los trágicos acontecimientos en que murieron los Mejía. Muy pronto también el médico por razones similares tuvo que dejar Aquel Cruz Grande. Parecía que esa casa sólo estaba esperando a mi familia.

jueves, 25 de marzo de 2021

Memorias de Aquel Cruz Grande.

"Entré a trabajar al curato parroquial a la edad de 15 años. Vi llegar al padre Emilio Vázquez Jimenez, acompañado por su inseparable Eleuteria Genchi a quien el cura llamaba cariñosamente "comachi". 

Don Emilio había sido designado clérigo principal de la parroquia de Cuautepec, pero ahí su estancia fue corta. Sus amorios con "la sanmarqueña" fueron descubiertos en muy poco tiempo por los feligreses cuautepecos que ni tardos, ni perezosos, denunciaron ante el obispado a Vázquez Jiménez, que salió del "cerro del águila" por la puerta de atrás. 

Sin embargo; el obispo respaldó al cura compositor.  Si bien lo habían corrido de Cuautepec, podía tranquilamente dar los servicios religiosos necesarios en otras poblaciones que carecían de un párroco, entre ellas había un lugar sumamente interesante: el naciente Cruz Grande. 

 

Ahí pasé buena parte de mi juventud en los quehaceres del curato, ayudando en la cocina y otras tareas domesticas. Don Emilio Vázquez había sido bien recibido por la incipiente comunidad cruceña. Los feligreses acudían a misa y demás servicios religiosos guardando respeto al sacerdote y también a su vida privada.

Esto permitió a Vázquez Jiménez vivir su romance un poco más libre. Por las tardes en los corredores del curato, la pareja solía caminar y conversar sin ningún inconveniente. 

Así transcurrieron los años y en 1947, Emilio Vázquez Jiménez cumplió con Eleuteria Genchi: terminó de construirle una casa grande y espaciosa que fue derrumbada hace poco, en ella actualmente se encuentra una tienda oxxo. (Aquí hacemos el comentario que efectivamente, uno de los caballetes de aquella casona que en algin momento fue restaurant-bar; muchos parroquianos observamos la leyenda que rezaba con letras rojas: "E.G. 1947" ¿Acaso sería el mismo párroco quien rotuló esas letras? Nuestra entrevistada no lo recuerda). 

Una mañana del primer día de Octubre de 1949, (datos que otras fuentes manejan, aseguran que de 1945), el cura compositor celebraba una  misa para los hermanos Juan y Elena Pérez, era tal el escalofrío y el malestar que sentía desde la tarde-noche del día anterior, que no pudo terminar el sacramento. 

"Mañana, si dios me permite, terminaré esta santa misa...".  Esas fueron sus ultimas palabras ante los feligreses y se retiró a sus aposentos para morir dos horas después. 

Los recuerdos de doña María De Jesús Armenta siguen frescos en su memoria. A sus 95 años es un vestigio viviente de Aquel Cruz Grande, el pueblo católico que atestiguó el romance más sonado de la historia y folclore guerrerense de la costa chica; la historia del cura compositor y  de su musa: Eleuteria Genchi "La Sanmarqueña"

Eliseo Juárez Rodríguez.

miércoles, 24 de marzo de 2021

DONATO SALIGAN...EL GOLEADOR CHAUTENGUEÑO....




En aquellos años de los 60, 70 e inicios de los 80 el futbol no era practicado en lo que hoy llamamos "Zona Delta", incluso en poblaciones como Copala y Marquelia no se practicaba el balompié. Encontrar un solo equipo en estos lugares era impensable, sus deportes favoritos eran el Basket y Voli-bol. Con la llegada de la televisión , llegó el futbol a las pantallas caseras y como en todos lados prendió rápidamente en el ánimo de todos los jóvenes de aquellas poblaciones. Fue así que también en Pico del Monte y Chautengo se comenzó a practicar el deporte más popular del mundo.

En 1993, fuimos testigos del primer torneo estatal de futbol celebrado en costa chica, teniendo como sede el poblado vecino de San Marcos. En aquella final vimos a una poderosa escuadra de la ciudad de Iguala. Ese gran equipo tenía como estrella goleadora a un paisano chautengueño llamado Donato Saligan. Siendo incrédulos fuimos a comprobar que tan cierto era todos los elogiosos comentarios que se hacían del lagunero. Resultó cierto. Vimos a un tipo de buena presencia fisica, resorteo y velocidad que disparaba al marco como a la menor oportunidad. Su olfato goleador era notable. Era un auténtico depredador del área. Los igualtecos lo arropaban de tal manera que lo hacian parecer como uno mas de ellos. Era logico, sabían que Saligan les daba mucha fuerza en el ataque y le daban buen trato.

En las odiosas comparaciones nunca nos vamos a poner de acuerdo. Los que vimos jugar a Urbano Salado (campeón del mítico torneo de los barrios, cuna de verdaderas leyendas del futbol mexicano como Cristobal Ortega, por ejemplo); estamos seguros que nadie ha llenado sus zapatos en su puesto de centro delantero. Jugó en Coyotes Neza y fue preseleccionado al mundial juvenil de Rusia. Los que vieron a Margarito Gonzalez estarán de acuerdo que nadie de los futbolistas de la costa chica ha llegado tan lejos como él. Si podemos comparar a Margarito con Urbano a nuestros ojos podemos afirmar que Urbano le pegaba al balón igual o más fuerte. El temible cañonero no tuvo la técnica ni el gol de Salado pero; el plus de Margarito fue su tenacidad y su profesionalismo. Atributos que Urbano simplemente no tuvo.

Quienes vieron a los  famosos sanmarqueños "guacho" y "cabeza" -ex-presidente municipal, tendrán su propia opinión. 

En las pinturas de Hugo Gallardo que adornan el ayuntamiento cruceño, vemos a Donato Saligan. Quizá no descolló como Salado o el propio Margarito pero sin duda tiene un lugar ganado por méritos propios.  

"Honor a quién honor, merece"...


viernes, 26 de febrero de 2021

Primeros maestros de la ETA 106, hoy EST13.

De aquella pléyade de nuestros legendarios primeros  maestros en nuestra querida y recordada secundaria, solo dos, no provenían del norte del país. Uno -como sabemos- era el profesor Eligio Tavares originario de la Costa Grande y el otro era un "paisano" de Ayutla. Su nombre: Casimiro Castrejón Romero.

Por medio de Alfonso Portillo quién fue director fundador de la legendaria escuela, íbamos conociendo a cada uno de aquellos jóvenes mentores.  Portillo retrataba con grandilocuencia las cualidades de cada uno de ellos. "Casimiro aparte de ser profesor de ciencias naturales, es un excelente dibujante" dijo en alguna plática informal en la canchita de Basket-bol en el centro de Aquel Cruz Grande.

En efecto, Casimiro era un buen maestro, su talento y personalidad no desmerecieron ni desentonaron con sus compañeros de la plantilla docente. Su 1.80 lo hacía rivalizar en estatura con el hidalguense Conrado Benítez maestro del taller rural.

Sin ser el prototipo del galán de telenovela, cortejó a una de las más hermosas flores de aquella bella etapa de nuestro pueblo.  Diana Carmona Calderón se convirtíria en su esposa en dos años mas. Casimiro indudablemente nació con gran talento y muy buena suerte pues no solo corto la flor mas hermosa sino que en aquella sonada boda, recibió como regalo de bodas un volkswagen sedan muy buen carro para aquella época.


Una vez ya casado Casimiro siguió laborando en la escuela secundaria. Incursionó en la política municipal y aspiró en (algún momento) a la presidencia de la misma sin llegar a ocupar tal cargo.  A finales de los años 80, el profesor Castrejón Romero deja su cargo como director de la técnica 13 (antes ETA 106) para tomar puestos más relevantes dentro del magisterio en la zona. Combinó su labor docente con actividades agropecuarias. Se le veía por las tardes, cruzar el poblado montado en su tractor.

Hace unos años la vida le deparó un trago amargo al perder a su primer hijo varón y Casimiro poco dado a hacer vida social tuvo un motivo más fuerte para seguir en el constante enclaustramiento familiar.

Sin duda la labor que realizó sobretodo como maestro fundador de la legendaria escuela tecnológica agropecuaria, queda grabada con letras indelebles. 

(Eliseo Juárez).

domingo, 24 de enero de 2021

Cómo llegué al nido de Coapa...



El llegar a trabajar a la Ermilo Abreú Gómez en San Juan Tlihuaca de la delegación Azcapotzalco fue una de las más hermosas experiencias de mi vida. Ahí en esa escuela secundaria, conocí a personas inolvidables, grandes amigos que se quedaron para siempre en mi corazón.

Uno de ellos es sin duda Abel Mendoza Flores maestro de biología. Con apenas 23 años me era fácil hacer amigos y fue así como trabé amistad con él y otros profesores; en especial con Reynaldo Díaz Contreras y Raúl Lucero, que impartían electricidad y electrónica respectivamente.

Las noches de viernes de pizza y cerveza que en ocasiones terminaban en Acapulco fueron anecdóticas. Empezábamos en el Shakey's Pizza de las torres de Satélite, brindando con tarros de cerveza y comiendo. De pronto nos descubríamos por la libre de Cuernavaca bebiendo, con rumbo a Acapulco. Los humos de la cerveza y las rolas de Camilo nos hacían ir cantando y discutiendo tonterías hasta llegar a Cruz Grande.

Así también conviví con Abel que era más serio y más grande de edad que Reynaldo y Raúl. Manejaba una Caribe detrás de su viejo Rambler visitando tugurios y cantinas de mala muerte por los rumbos de Cuautitlán Izcalli. Abel era solo un compañero que me brindaba su amistad pero con el tiempo se hizo más que mi hermano.

Estando de vacaciones en Cruz Grande, una mañana de Semana Santa, salí al balcón a estirar los brazos, estaba apenas despertando cuando vi sentado en una banqueta del jardín al negro Abel, sólo con su pequeño hijo Patricio. Le llamé e invite a que pasara a mi casa.

Esa fue la primera de muchas visitas. Le gustaron tanto el pueblo y las playas que sus vacaciones las pasaba con nosotros en compañía de su familia. 

Una noche de repetidas rondas cerveceras me dijo: Tú eres un gran amigo y te quiero hacer un regalo que se te va a gustar. Eres fanático del América. ¿Te gustaría conocer el club América? -Tu sabes que si, pero cómo entrar ahí, el acceso está restringido. 

Yo te voy a llevar-me prometió-. 

Creyendo que todo era producto de las cervezas ingeridas no tomé en serio su promesa.

Abel nunca me dijo que había sido arbitro profesional y que era preparador físico de clubes de Futbol. Su hermandad con Ángel González Monter, visor del centro de formación del Club América le permitía el acceso no solo al nido de Coapa sino a muchos otros clubes de Futbol de la primera división. 

Fue de esa manera cómo realicé uno de mis más grandes sueños: pisar las canchas donde entrenaron y siguen entrenando jugadores y leyendas del club más importante de México.

Con el paso de los años, me hice conocido de Francisco Hernández Pineda "Panchito" cuya figura en el club es legendaria. Él era en su momento quien hacia contrataciones y decía la ultima palabra en el Club América. Tuve la suerte de compartir el pan y la sal con el hombre fuerte de mi equipo favorito. 

Panchito me invitó en algunas ocasiones al llamada palco presidencial, ahí donde se entregó la copa del mundo a Pelé y Maradona. Desde ese palco y como invitado especial disfruté partidos de las águilas. 

Así llegue a Coapa donde conocí a Carlos Hermosillo que me ha honrado con su cariño y amistad. Gracias a Abel Mendoza Flores.








sábado, 23 de enero de 2021

Nuestra historia.


"Que triste es perder un amor, 
tan triste, tan triste como un dia sin sol. 
Como un ciego sin bastón,
qué triste es perder una amor".
(Josué)


El añoo lectivo 75-76 vivía sus últimos días. Solo unos meses atrás me habias dado el sí. 

Era doloroso para los dos separarnos, buscabamos vernos a pesar de que no podias salir ni acudir a las fiestas, tu tío no permitía ningún tipo de libertades. 

El salón modelo administrado por Lupita, era nuestro refugio y escogiamos la mesa más apartada. Llorábamos abrazados por la inevitable separación, pronto estarías en Chilpancingo estudiando la normal. En la rockola las notas de "Volveré" de Diego Verdaguer acompañaban mi tristeza. 

Llegó el momento y partiste. No pude cumplir mi promesa de esperarte y sin pedir el permiso de nadie me fui también a la capital de estado. 

Pronto me inscribí en la ESFAID para estudiar el tercer año de la secundaria. No me importaba nada sin ti, mi vida ya no tenía sentido. Te esperaba a la salida de tus clases por la noche y platicábamos tomados de la mano en la alameda.

Una noche de baile popular en el patio del ayuntamiento de Chilpancingo, juntos y abrazados vimos todo el concierto de Los Terricolas. Eran sensaciones nuevas, aquellos momentos no los habíamos vivido. No tuviste que pedir permiso a nadie para ir al baile y por fin, empezábamos a conocer la libertad.

Sucedió lo que tenía que pasar y desde esa noche ya sabíamos que eramos uno solo y que nuestro destino estaba sellado. 

Vinieron las vacaciones de diciembre y ni tu ni yo teníamos idea del maremágnum que nos esperaba. Tu embarazo era de tres meses y al darse cuenta tu tío te corrió de su casa.

Fe Divina, (amiga en común) me fue a despertar. Eran casi las 11 o 12 del mediodía. Yo estaba crudo y desvelado. 

-Allá afuera esta Tere, - me dijo-. Dice que la corrió su tío.  

La noticia me sorprendió más nunca pasó por mi mente hacerte a un lado, o rehuir de mi responsabilidad; empero tampoco estaba en nuestros planes casarnos.

-No te preocupes -te dije- nos vamos por la noche a Chilpancingo, no nos vamos a casar, solo viviremos juntos y después ya veremos.

No se ni como rayos conseguí dinero, yo que generalmente andaba sin un clavo. No pensé comunicarle a mi madre la situación. Inocentemente urdí un plan de "escape". 

-No podemos irnos en estos momentos, nos verá todo el mundo abordar la flecha. Vámonos mientras, a esconder en la casa de mi padrino Colo. Saldremos de ahí, en cuanto oscurezca. (fue lo primero que se me ocurrió). 

Una casa cerca de la poza en las orillas del pueblo, con rumbo a las marías, fue testigo del amor que nos teníamos.

Al llegar las dos de la tarde se me presentó el primer problema: teníamos que comer.

El más pequeño los Rafaela fue a llevarles alimento a los cerdos que tenían en el patio. 

Al verme supo ocultar su sorpresa de vernos instalados en la "recamara".  Ingenuamente le pedí discreción y que por favor me llevara dos órdenes de cecina.  El chamaco asintió sin decirme lo que realmente iba a hacer.

Llegando a su casa que era "El Restaurante Katy" (hoy "Elenita"), lo primero que se le ocurrió fue decir: "Tito esta de novio en la casa". 

Nos llevó la comida sin comentar nada y se regresó otra vez a su casa como si nada hubiera pasado.

Iban a ser las seis de la tarde. Ya casi llegaba la noche y la hora de partir a Chilpancingo cuando repentinamente se apareció mi hermano mayor.

-¡Vámonos para la casa! Mi mamá ya los está esperando. 

-Alcance a protestar lacónicamente pero todo mi voz se fue apagando dando paso al cumplimiento de nuestro destino. Caminamos tomados de la mano ante las miradas curiosas de mis vecinas las Pérez. Llegamos a la casa que Emilio Vázquez Jiménez construyó a Eleuteria Genchi "La Sanmarqueña" y que rentabamos a Rosita Genchi, ahí donde nació nuestra segunda hija, (Ely). Hoy esa casa ya no existe, hay ahí un oxxo.

Rápidamente doña Ruffus comisionó a mi padrino Virgilio Calderón,"Bolillo" en compañía de otros vecinos, para que en ese instante fueran ipso facto a "pedir el parecer".

La respuesta de tu tio fue contundente. ¡Que se case mañana mismo por el civil, porque el chamaco es "muy inquieto"! 

La feria navideña de Cruz Grande estaba instalada y el restaurante de mi madre ofrecia una variedad de mariachi todos los dias. Su contrato duraba 15 dias y era patrocinado por la cerveceria Cuauhtémoc. Aún les quedaba una semana para finiquitar su compromiso de trabajo. Mi madre les ofreció firmarles la liberación a cambio de amenizar toda nuestra boda. Los músicos aceptaron gustosos. A pesar de no haber planeado nada, nuestra boda por lo civil fue algo inolvidable. Era el ultimo dia de 1976 y llegabas a mi vida para nunca irte más. 

Hoy recordé parte de nuestra historia. Hoy que celebro contigo una aniversario de tu nacimiento...



miércoles, 20 de enero de 2021

¡Cuanto hemos cambiado!




"Altivo y majestuoso, te contempla, 

el Cerro de Camacho y los Pocitos

y parecen felices vitorean, 

tu futuro feliz bello pueblito..."

Carlo Manzo Mejía.




Han pasado mucha agua bajo el puente de las marías, a más de cincuenta años. 

¿Acaso la poética premonición del vate Carlos Manzo de "tu futuro feliz" se cumplió?

No lo sé, hoy eres otro lugar y sin la misma gente aunque parezca mentira. Son muchas más las caras desconocidas que las que puedo identificar. Eres el Cruz Grande de bancos y empresas afincadas en tu suelo. 

Del cancino paso de los borricos y caballos, al trafico de vehiculos dia y noche, de los expendios de gasolina a las modernas franquicias de PEMEX, de las modestas pero "familiares" misceláneas a los oxxos a cada paso, hay un largo recuerdo solamente.

Tu no eres Aquel Cruz Grande de aquellos niños que íbamos a la primaria sin uniforme y descalzos que a la hora del recreo, sin un clavo en la bolsa, corríamos "a tomar agua" hasta nuestra propia casa; a los que hoy se niegan a asistir a clases si no llevan cincuenta pesos para el recreo. 

El deseo de volver a vivir esos ayeres es nostalgia de todos los días. Quién te vio amado Cruz Grande y quien te ve hoy no te reconoce. Ya no eres tú. 

Es agradable recordarte. Todos nos conocíamos. Identificábamos una a una a todas las personas y sabíamos a qué se dedicaban. 

Las mañanas silentes. Las vendedoras de leche en el corredor de don Carlos Manzo, los olorosos tamales chocos, las vendedoras de flores que casa por casa ofrecían ramilletes mientras se escuchaban los primeros acordes de las mañanitas con Pedro Infante, recitando "en la fresca y perfumada mañanita..." 

Al terminar la melodía, la voz de don Octavio Molina el Capi, daba a conocer a quien ese día, festejaba su cumpleaños. Una vez que se daba a conocer el nombre del cumpleañero, sus amigos más queridos elaboraban una lista de canciones -generalmente cinco- acompañados precisamente con el billete de cinco pesos. Cada uno de los que felicitaban al festejado en turno dedicaba "Las mañanitas", "En tu día", "Mi Regalo" y luego un par de canciones que estuvieran de moda, como por ejemplo "Carta Fatal" con Los Jaibos o "Virgen de mi soledad" con Jorge Valente. Antes de escuchar cada número musical, el Capi, con una voz clara y bien modulada pronunciaba el motivo de las dedicatorias y nombre de la festejada o festejado.  

¿Quién vio tus calles que bañaron de polvo mis infantiles pies? 

Veo y escucho (como si aquí estuvieran) a todos los personajes de aquel pueblo tranquilo y apacible. 

Lo mismo recuerdo a Ruffa y sus rebosantes vitroleros con aguas de horchata y limón, en la esquina de la casa de Doña Mariana Flores, (hoy esta una tienda de teléfonos) y frente a ella -ahí donde está ahora una farmacia-, el recuerdo todavía ve las gentes de las comunidades, ganaderos y otros, esperar pacientemente desde temprana hora, hacer o esperar alguna llamada de larga distancia. 

Era común observar que hasta por tres días consecutivos se aguardara a que "hubiera línea" o que la persona deseada se comunicara.

Los que te vivimos, te considerábamos bronco y hasta salvaje. ¡Cuán equivocados estábamos! en Aquel Cruz Grande, las pugnas eran entre familias y la seguridad estaba casi garantizada para quien no tenía problemas. Los "armeros" respetaban -por lo general- al resto de la población. Hoy mírate, no sabemos ni conocemos donde pueda surgir una situación de riesgo. Los que te conocimos hace más de 60' años, te extrañamos...



martes, 19 de enero de 2021


Te miro y pareces dormida. 

Aprisionan tus manos, ramito de azahar.

Un sueño profundo y muy triste, del que ya nunca, te despertarás.


"Vestida de novia"

(Palito Ortega.)







Podría pasar la vida lamentándome el tiempo que perdí sin disfrutar de tu querida presencia, pero prefiero recordar los momentos en que fuiste feliz conmigo. Es tan corto el amor y tan largo el olvido que se pasa el tiempo sin identificar el color de la felicidad. Me sorprendo a mi mismo recordando cuando disfrutabas estar en familia. Nada te ponía tan contenta como verme alegre por estrenar tenis o comprar ropa o aparatos electrónicos. Por esa alegría que sentías al verme feliz viendo ganar al América, te hiciste más americanista que yo al grado de que tus niveles de glucosa se disparaban peligrosamente si el equipo perdía. Adquiriste el conocimiento del balompié y sabías de táctica elemental. Criticabas cambios y alineaciones como el más avezado de los fanáticos.

-"Parece que estás estrenando tú".- te reprochaba divertida mi hija Ely, a ver que te ponía feliz verme estrenar, como niño (con zapatos nuevos). ¡Qué curioso, pocos conocemos esa manera de ser feliz, viendo la alegría en otros! Yo no era simplemente otro para ti. Era tu artista, tu galán, tu novio y tu hijo mayor.

Nunca tuve una relación sincera por parte de los tuyos. Por darte gusto, aceptaban que yo fuera a sus convivios. Igual yo, si acudía a fiestas y cumpleaños era por darte gusto. Me sobrevaloraste en todo lo que hacía mediocremente. Cualquier logro mío por pequeño que fuera lo ponderabas hiperbólicamente. Lo más seguro era que tus familiares se enfadaban al verme en su casa y más aún si tenían que soportarme al verme tocar la guitarra y cantar. Yo iba a regañadientes pero por dentro sabía que si con algo te tenía que pagar tanto amor era haciendo lo que tu querías y si con ello lograba enfadar mas a quien no me quería, pues...qué mejor.

Sí, era tu artista y yo, lo sabía. Fue por eso que al verte inerme, dormida para siempre, te canté desde que te colocaron en nuestra sala por última vez. Nadie sabe (ni jamás sabrá) el fondo y la forma de nuestras vidas. Nunca me hubieras perdonado que no te cantara aún cuando ya dormías el sueño profundo. Simplemente no me lo hubieras perdonado. Lo que opinara "Chana o Juana" nunca estuvo en mi presupuesto de autocensura o censura extraña. Cumplí en lo único que pude darte gusto como lo hice en la muerte de nuestra hija, porque finalmente algunos de los Juárez somos así. ¿Te acuerdas de mi querida tía David Juárez Alarcón? Tengo retratada la imagen aquella cuando antes de morir, redactó una larga lista de canciones y melodías que la orquesta tocó a escasas horas de que falleciera. Boleros y otros números musicales que hicieron que sus hermanos (mis tíos) se levantaran y se fueran del velorio refunfuñando contra mis primos: 

-Ya ni la chingan ustedes, como se les ocurre esa música. 

-No tío, fue la voluntad de ella. 

Seguramente, mi inolvidable tía sonreía divertida, viendo como las canciones les llegaban a sus hermanos, haciendo recordarles tal vez situaciones personales... (tal vez).

Igual tú, se que me escuchaste y que no te fallé: te brindé tal vez lo único que pude darte y lo hice hasta que te fuiste físicamente de tu casa.

Te extraño.