"Aquel Cruz Grande" (D.R.) 2015.

IDEA,DISEÑO,IMÁGENES, TEXTOS Y REALIZACIÓN:
ELISEO JUÁREZ RODRÍGUEZ.
*Queda prohibida cualquier reproducción total o parcial, del material escrito o gráfico, sin el consentimiento de su editor.
*Derechos Registrados (2015). protegidos a favor del autor.

sábado, 20 de mayo de 2017

LA HISTORIA MÁS SABROSA DE AQUEL CRUZ GRANDE...NUESTRO PAN DULCE.

Sin duda el cruceño que anda lejos del pueblo que lo vio nacer, lleva en el alma dos cosas imborrables: la familia que se quedó en el terruño y los sabores de Aquel Cruz Grande.

Para el cruceño auténtico no hay un desayuno mejor que aquellos tamales chocos de la inolvidable señora Doña Reyna Felipe, (que en paz descanse); acompañados de una taza humeante de Café Tineo.
Cuando la tarde va cayendo, seguramente en algunas partes del planeta tierra, corazones nostálgicos anhelan saborear una taza de café con un pan cruceño.

Mi tía Luisa.
En la callecita donde tenía su casa mi tio Rogelio Bonilla (que era propiedad de Goyo Molina), jugábamos los chiquillos por las tardes futbol. Al paso de las horas antes de las cinco de la tarde, un aroma de pan recién salido del horno de barro, llamaba insistente para que lo disfrutáramos. Era mi querida Tía Luisa Ramírez que sacaba cuernitos, tortitas de tercipelo, hojaldras, coronitas y empanochadas. Con el antojo de tan rico pan, dejábamos por un rato la pelota e íbamos a ver como Cheya y su hija -mi maestra Hilaria-, le ayudaban a colocar las deliciosas piezas en el canastón. Mi tía Luisa Ramírez no sólo elaboraba pan; también hacía los mejores tamales heridos que he probado en mi vida.

Aquellos Hermosos ojos. 
Rosa de Lima se llamaba y tenía los ojos más lindos que pudo ver un cruceño. Atrás del viejo templo, en uno de los rinconcitos más tradicionales de mi pueblo vivía con sus hijos. Con una pulcritud e higiene como sellos característicos elaboraba ese pan que ya nunca volveré a probar. En Aquel Cruz Grande se sabía que la exquisitez de sus manos, daban al pan un sabor que se fue con ella al cielo. Era mi tía Lima.

Doña Rebeca Bonilla Vda. de Sandoval.
Sin duda que doña Rebeca era de las panaderas favoritas. Su exquisito pan, era venerado por todos los cruceños y así las tardes sabrosas y aromáticas inundaban los paladares y llenaban de perfumado dulce los crepúsculos de mi pueblo.

Doña Sadot Orozco.
Cómo olvidar a doña Sadot. Dejó en cada cruceño un tatuaje de sabor en la memoria de todos. Nunca vamos a olvidar su querida presencia en la plaza vendiendo su inolvidable pan. El suyo es tal vez, el único horno de barro (de aquellos) que sobrevive al paso inexorable del tiempo..

Hoy son otras personas que elaboran el pan dulce que tu y yo queremos seguir saboreando; pero en mi memoria siguen presentes las imágenes de quiénes nos hicieron que el pan de Aquel Cruz Grande siga entre nosotros. Gracias por los recuerdos.











No hay comentarios:

Publicar un comentario