Siendo Cruz Grande un pueblo de arraigada fé católica, sus sacerdotes han sido parte fundamental en su historia. Desde Francisco Acevedo que hasta antes de los años 40, sólo visitaba periódicamente Aquel Cruz Grande como párroco de Cuautepec, (nuestro pueblo no era oficialmente parroquia) hasta el padre Daniel, guía espiritual de la grey actual.
Emilio Vázquez Jiménez.
Célebre cura-compositor cuyos restos mortales yacen bajo el altar principal del viejo templo de La Santa Cruz. Fue el primer sacerdote en Aquel Cruz Grande. Contrario a lo que se podría suponer, Vázquez Jiménez no ocultó el tórrido romance con la legendaria Eleutéria Genchi La Sanmarqueña; (de quién hasta la fecha se discute si realmente era del vecino poblado, pues hay quién afirma que era ayutlense). Sus pláticas vespertinas con la musa que lo inspíró, eran a la vista de quién quisiera observarlos. El famoso padre Emilio procreó familia no sólo con Eleuteria; también dejó descendencia que todo mundo conoce en nuestra comunidad. Emilio Vázquez Jiménez dejó en Pablo y Aureliano -sus sobrinos- a los que oficialmente llevan su apellido en nuestro pueblo.
Víctor Fuentes Landa.
Es en los albores de los años 60 cuando arriba a Aquel Cruz Grande uno de los sacerdotes más queridos por la población. De cara afilada, tez blanca y un corte de pelo tipo militar, -casi a rape-, fue quien trajo a nuestro pueblo un nuevo deporte llamado futbol. Víctor Fuentes fue un personaje que detrás de la casulla, gustaba de refugiarse en las oscuras sombras del curato acompañado de una botella de tequila Sauza y una parvada de jóvenes cruceños de aquella época. Fuentes Landa era originario del poblado de Buena Vista de Cuéllar que se encuentra en la región norte de nuestro estado. En su peculiar ostracismo el padre Víctor protegía y patrocinaba a aquellos muchachos que por las tardes-noches hacían del curato su casa. Quién le acompañó hasta sus últimos días fue Petra una callada pero ocurrente mujer morena, típicamente cruceña. Petra fue su confidente que se llevó hasta la tumba los secretos de la vida de Fuentes Landa.
Padre Ramón Célis
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"Puño de oro". Un robusto hombre alto de piel blanca que se caracterizaba por sus largas misas de dos y hasta tres horas. Es célebre la anécdota con que se recuerda el paso de Ramón por la parroquia de Aquel Cruz Grande.
"Sí... Ahora veo muchas caras que no he visto en el templo. Claro, se murió un rico y hay que hacer acto de presencia. Así los quisiera ver acompañando, cuando muere la gente pobre...". Era de esta manera cómo desde el púlpito Ramón llamaba la atención de sus feligreses, que sudando aguantaban estoicamente el calor insoportable durante el tiempo que el padrecito tenía a bien celebrar la misa. El padre Ramón oficiaba con impecables y pulcras casulla y sotana. Su aseada persona nunca permitió que se le viera desaliñado. Sin duda se trata de un sacerdote diferente a todos los que lo antecedieron.
Agustín Quiñonez Cuévas.
Otro cura-compositor. Proveniente de Mochitlán Guerrero. Quiñonez -como la gente le dio en llamarlo-, se ganó rápidamente a la parroquia con su estilo de oficiar la misa. Con una destacada voz de tenor, Agustín se dejaba escuchar en los alrededores del templo, llevando el rito mucho más allá de los muros de la iglesia. Antes el padre Agustín, había estado en la ciudad de Ayutla. De la personalidad del mochitleco se cuentan leyendas de barrio que retratan su carácter de un hombre enamorado de la vida y algo más. Sin duda su admiración por las mujeres se refleja en sus canciones, algunas de ellas grabadas por grupos populares de Aquel Cruz Grande, tal es el caso de "Morena", una de tantas que ha compuesto.
"No comprendes morena/cuanto te quiero yo. Ven y calma mi pena/ven gocemos de amor. Cuando miro tu cuerpo/siento gran emoción/ y quisiera en silencio/darte mi corazón".
Agustín Quiñonez, será recordado por su paso que dejó huella en Cruz Grande. Es quién se echó a cuestas la labor de construir el templo en la famosa loma. El proyecto de Víctor Fuentes (que permaneció dormido durante más de diez años), fue cristalizado por el cura compositor...
De una vitalidad y una fortaleza física fuera de lo común. Fuimos testigos de como temerariamente, (a sus casi sesenta años); subía por los arcos de varilla y madera sin colar, de lo que sería la bóveda o techo del futuro nuevo templo de la santa cruz.
De una vitalidad y una fortaleza física fuera de lo común. Fuimos testigos de como temerariamente, (a sus casi sesenta años); subía por los arcos de varilla y madera sin colar, de lo que sería la bóveda o techo del futuro nuevo templo de la santa cruz.
Agustín Quiñonez actualmente se retiró a su pueblo natal. Bajo el cuidado de sus familiares se le ve en buenas condiciones de salud. Se sabe por la voz de crueños que lo han visitado en Mochitlán que él se considera uno cruceño más, al grado de solicitar a sus deudos, le concedan ser sepultado aquí, cuando tenga que rendir tributo a la tierra. (Cheo Juárez)
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