Don Felipe M. Gatica.
Para entender la historia de nuestro pueblo es necesario conocer a los hombres que la escribieron.
Don Felipe Mejía Gatica, hombre visionario y diplomático nato. "Pipe" para quiénes lo intimaban, (Felipe simplemente para el pueblo en general) trabajó desde muy joven y logró junto a su hermano Felícitos, construirse un futuro sólido en todos los aspectos. Don Felipe se manejó de tal manera que jamás fue identificado en ninguno de los dos bandos que protagonizaban la lucha por el poder en Aquel Cruz Grande.
Fue presidente municipal y después de los años 60, se sabía que los candidatos a ocupar la silla de primer edil, tenían que recibir la bendición de Felipe Gatica, aunque también se rumoraba que Don Moíses Manzanarez era, (por su amistad con los gobernadores en turno); el que indicaba quién sería el presidente municipal. Uno de los alcaldes (por ejemplo), que se decía fue "palomeado" por Don Felipe Gatica fue el médico Humberto Mayo, vecino de Buena Vista, radicado en Aquel Cruz Grande.
Como todos sabemos, las pugnas familiares que se desarrollaron en los 60, provocaban la zozobra del pequeño pueblo. A cada momento se sucitaban la vendettas que aterrorizaban a el resto de la lugareños. Era común que la aparente calma de Aquel Cruz Grande, se viera interrumpida por hechos violentos a cada rato. La partida militar tenía su sede donde hoy se encuentran las instalaciones de la prepa número 21. Como suele suceder, los militares llegaban una o dos horas después de ocurridos los eventos.
Don Felipe M. Gatica, después de ocupar la presidencia, se dio a la tarea de conseguir para Aquel Cruz Grande, la sede del 48 batallón de infantería que en esos años se encontraba de manera provisional en Ometepec. Nuestro vecino San Marcos también deseaba albergar de manera definitiva al brazo castrenses. Una parte de la población sanmarqueña se oponía a la llegada de los verdes, bajo el argumento ingénuo de que los militares se iban a quedar con las mujeres más bellas del pueblo. Sómos testigos (en la actualidad) de cómo lamentan los propios San Marqueños, haber perdido con Felipe M.Gatica la sede del 48 Batallón.
La historia todos la conocemos, finalmente la sede del 48 batallón de infantería sentó sus reales en Aquel Cruz Grande. El gran objetivo del viejo líder cruceño se cumplió, la paz llegó a regañadientes; los gatilleros ya nunca más veladamente se atacarían como la hicieron históricamente, la presencia de un batallón militar en el pueblo era una sombra demasiado pesada para "volver a las andadas". Una de las pruebas de esto, fue la última vez que los grandes protagonistas de las viejas rencillas coincidieron en una boda en pleno centro. El evento se celebraba en el otrora salón modelo. Al filo de las tres de la tarde, corrió el rumor por todo el pueblo que los dos antagonistas acérrimos se encontraban en la boda y que seguramente el desenlace de esta circunstancia terminaría trágicamente.
Todo afortunadamente fue sólo un morboso chismorreo: los aficionados a las historias de sangre se quedaron esperando lo que ya nunca llegó. A nuestro juicio ese día se dio por terminado tácitamente el ancestral problema. En alguna parte Don Felipe, sonrió complacido; la paz era un hecho y él tenía mucho que ver en ello.
Con la llegada de los militares también llegó a Aquel Cruz Grande, el Banco Mexicano del Sur, que a lo largo de la historia de nuestro pueblo, se ha denominado también como Serfín para actualmente razonarse socialmente como Santander. Estos servicios bancarios no hubieran llegado tal vez jamás a nuestro pueblo si el referido brazo del ejército no se hace presente en Aquel Cruz Grande y otra vez. quien garantizó el edificio donde se ubicaría el banco fue -para variar-, Don Felipe Gatica.
Sin duda los beneficios que trajo la llegada del batallón fueron muy buenos pero (no podemos tapar el sol con un dedo) también hay cosas negativas que llegaron con los militares. La detonación de prostíbulos y los vicios derivados de la vida de los bares y cantinas, hizo que ante este "polo de desarrollo" en Costa Chica, atrajera a cientos de personas de otros lugares de la región.
Lamentablemente no toda las personas que llegaron a nuestro pueblo lo hacían con buenas cartas de presentación. Todo lo anterior dio pie a la fundación de nuevas colonias . Aquel Cruz Grande, el pueblito cuyos caserío hacía el sur terminaba en el domicilio de la familia Díaz Dimayuga, se expandió rápidamente convirtiéndose en pocos años en un lugar donde se encuentran los servicios básicos al que acuden los poblados circunvecinos a realizar compras y trámites de todo tipo.
Pero volviendo a la figura de Don Felipe M. Gatica, encontramos que no sólo influyó para que se hiciera la paz entre los mismos cruceños. Pipe también se preocupó por la educación de su pueblo. Pocos tal vez saben que fue Felipe M. Gatica uno de los impulsores de la llegada de la escuela secundaria técnica agropecuaria (ETA 106). Para lograr que esta secundaria tuviera los terrenos que se necesitaban, Don Felipe no dudó un instante en donar parte de sus terrenos para tal efecto.
Es cierto que la obra del hombre en la tierra queda archivada en cuanto desaparece físicamente. Tal es el caso de un gran cruceño como lo fue Don Felipe M. Gatica, un amante de nuestras costumbres y de nuestra tierra. Político sí, pero ante todo un hombre adelantado por mucho a su época para beneficio de su pueblo.
A Don Felipe M. Gatica se le debe recordar siempre con gran respeto, por el amor inmenso que profesó por Cruz Grande, porque fue excelente hijo, amoroso padre, incondicional amigo; pero sobretodo por haber sido constructor de la paz.
Gracias Pipe, Gracias.
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