"Aquel Cruz Grande" (D.R.) 2015.

IDEA,DISEÑO,IMÁGENES, TEXTOS Y REALIZACIÓN:
ELISEO JUÁREZ RODRÍGUEZ.
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viernes, 22 de enero de 2016

"EL VOLADO"...

"Piensa: que fuiste tu en mi vida, 
como una siempreviva que en mi triste huerto yo vi florecer,
toda la miel que en tu alma encontré;
no he de hallarla en ninguna mujer..."
"Siempreviva"
Hermanos Martínez Gil.



















"EL VOLADO"


Habían terminado de vender y comprar. El corto viaje Cruz Grande-Acapulco-Cruz Grande, resultó exitoso. La venta de la copra por las calles de Humboldt  a Don Amador Hinojosa y  todas las demás operaciones comerciales los había dejado satisfechos.

Casi eran las 8 de la noche, "La Perica",  (una ford verde F -350 modelo 1969), bajó a velocidad moderada por la salida de la carretera nacional México -Acapulco, doblando a la izquierda con rumbo a la Costa Chica.  Antes de enfilar el vehículo con destino a Cruz Grande, "El Greñas" viró el volante a su derecha; había que cargar combustible en la gasolinera de Las Cruces.

-¡Súbete a la redila pues!- le dijo Rey a un paisano de Pico del Monte, de mediana estatura al que conocía muy bien y que le había solicitado lo llevara al pueblo, aprovechando que "de casualidad" estaba esperando en la gasolinera, carro que lo llevara a Cruz Grande.

Don Canuto Flores, trató de acomodar su voluminoso cuerpo en aquella cabina y apoyó su brazo en la ventanilla de la puerta, en dos horas -pensó el exitoso comerciante y terrateniente, mientras inhalaba el humo de su habanero-; estaría en su casa descansando del viaje.


La camioneta verde se puso otra vez en marcha, ahora sí, con rumbo directo a Cruz Grande. El aire fresco penetraba con fuerza por  la ventanilla, conforme el chofer pisaba a fondo el acelerador; se hacía placentero el recorrido por la carretera. 

"El Greñas" aceleró, y la aguja del velocímetro marcó los 100 kilómetros por hora. Los árboles y palmeras pasaban rápidamente, como sombras lúgubres y siniestras que se recortaban a través de la estrellada noche del cálido trópico.

En el interior de la camioneta, Rey Carmona con una mano atrás del hombro de don Canuto, apoyada en el asiento de la cabina parecía abrazar a su socio mientras charlaba animadamente con él de futuros negocios, planes y proyectos. "El Greñas"  los escuchaba sin poner mucha atención, las risas y ocurrencias de Rey le sonaban como ecos; lejanas y distantes. Él  iba sumido en sus propias cavilaciones y sólo  pensaba en Maria,  la guapa y esbelta muchacha de piel acanelada con quien pensaba pasar la noche. "Después de todo no fue tan malo perder el volado con Alvis, -el otro chofer de Rey- para ver quién manejaba hoy la camioneta; tendré una lana extra para llegar a echarme unas frías y luego dormir con ella..."-pensó-.

Habían pasado "El Bejuco" cuando el cuarto pasajero tocó con fuerza la cabina para que el chofer y sus acompañantes lo escucharan. La aparente necesidad de sus funciones fisiológicas eran la razón de sus solicitud."La Perica" salió suávemente de la carretera y se orilló a la vera del camino para que aquel pasajero inesperado bajara a defecar. Todo sucedió rápidamente. Aquel hombre sacó de entre sus ropas, el arma de fuego con que daría muerte a los tres ocupantes de la cabina, uno de ellos totalmente inocente.

A la mañana siguiente, una de las dos calles principales del pueblo estaba convertida en una larga capilla ardiente. Tres hombres que eran vecinos se velaban a escasos metros, -uno del otro- en la calle Cuauhtémoc

La tristeza por la muerte de Rey Carmona se palpaba en el ambiente, el pueblo sentía la partida de "su muchacho alegre". En su casa; el  llanto resignado de la madre de "El Greñas" acompañaba el cuerpo de aquel joven que inocentemente  pagó un precio que no le tocaba liquidar.  Era el precio de las ambiciones y la lucha por el poder de "Aquel Cruz Grande"...

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