Las compañías refresqueras Coca-cola y Pepsi, tenían en aquellos años una cerrada competencia
para obtener la preferencia del público debido a que en la década de los 60´s aún
no llegaba la televisión a la mayor parte del territorio nacional. La
publicidad y lanzamiento de los nuevos productos se hacía “directamente” de los departamentos de promoción que las
propias empresas tenían en sus organigramas; al público consumidor.
“Aquel Cruz Grande” no era la excepción y cuando
llegaban los carros publicitarios a promocionar el lanzamiento de un nuevo
refresco, el día se vestía de fiesta para todo el pueblo, especialmente para
los chiquillos, que íbamos corriendo detrás del vehículo acompañándolo en su
recorrido por las calles.
Recuerdo en especial el año de 1968, cuando la Coca-cola lanzó al mercado la famosa Fanta, en respuesta a la bebida gaseosa
de naranja que estaba estrenando la Pepsi,
y que se llamaba Mirinda.
Desde las nueve de la mañana se escuchaba la
música de los altoparlantes de aquellos bonitos carros anunciando el nuevo
refresco, ofreciendo la venta del líquido y regalando el envase. En la compra
del nuevo producto, nos obsequiaban un boleto para participar en la rifa que se
haría esa misma noche en la cancha municipal.
Aquellos eventos bien organizados, eran
precedidos de una regia función de cine para todo el público y de verdad que se
disfrutaba mucho pues los proyectores de cine que utilizaban los operadores de
la promoción eran de primer nivel y puedo afirmar que hasta los comerciales que
pasaban antes de la película, eran del agrado del respetable pues en aquellos
años, los “maravillosos colores” eran toda una novedad.
A esas funciones de cine que al terminar
culminaban con una rifa, asistía casi todo el pueblo, llevando desde su casa
las sillas para observar cómodamente sentados el evento.
Al finalizar la proyección de la película –generalmente
comedia ranchera- se procedía a la rifa de charolas,
vasos, platos, manteles, pelotas, yoyos, juegos de dominó, naipes, etc.
Durante la proyección se podía seguir comprando
el nuevo refresco y a cambio los niños recibían cuerdas para saltar y por
supuesto más boletos para la rifa.
Era curioso que casi todo mundo salía contento
al recibir un obsequio, dado que la mayor parte de los boletos obtenían premios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario