"LA OSA".
"Mary es mi amor,
sólo con ella vivo la felicidad.
yo se que nunca a nadie más podría amar,
porque la quiero de verdad".
"Mary" Leopoldo Dante.
(Leo Dan)
En "Aquel Cruz Grande" una de las diversiones favoritas de los chiquillos era "irse de pinta" a bañarse a "La Poza", un almacenamiento natural de aguas de lluvia que se formaba en las orillas del norte del poblado a la altura de donde hoy se ubican los terrenos del CBTA y de la colonia Francisco Villa.
En los meses de Septiembre las aguas de "La Poza" todavía conservaba buen nivel y a pesar de que la gente mayor utilizaba esa zona para tirar basura y animales muertos, el agua de "La Osa" -como solíamos llamarle los chiquillos en clave frente a nuestros padres- estaban aparentemente cristalinas. Nunca supimos que alguno de los que íbamos a nadar en "esa alberca", se enfermara o tuviera algún tipo de infección.
-¡A "La Osa"...!- Corríamos gritando como locos, una parvada de chiquillos y una vez ya en nuestra "piscina" jugábamos divertidas competencias otros; simplemente se sumergían para refrescarse y al salir a la superficie "hacían buches" con aquellas aguas de dudosa calidad.
Lo chusco de aquellas escapadas era cuando el papá o la mamá de alguno de los nadadores, llegaban con el cinturón o la cuarta a sacarlos de aquel gran charco de agua. En algunas ocasiones me tocó ver como alguno de los sorprendidos salía de la alberca corriendo directo a su casa sin detenerse a vestirse dejando su ropa, ante la amenaza de recirbir la tunda correspondiente otros; con menos suerte, eran alcanzados por su progenitor que llegaba montado a caballo y sin miramiento alguno, frente a nosotros, les asestaban tremenda cueriza con el fuete de su corcel.
Raúl Gonzalez "Osa" era admirado por nosotros porque sabía fumar y tenía novia, -una muchacha flaca y desgarbada-. Raúl se lucía frente a ella, cuando participaba cantando en "los viernes sociales" de la escuela, "Josefa O. De Domínguez" N. 2 imitando a Leo Dan. Compartía con Gabriel Bernal, el título de "los reyes de la alberca", -ellos aguantaban las inmersiones por tiempos que nos parecían eternos-.
Los recuerdos de "La Osa" quedaron en la memoria de aquellos que hoy, llevan a sus nietos a balnearios y centros recreativos donde se divierten sanamente y los enseñan a nadar bajo las instrucciones de un entrenador, equipados con flotadores y barras de corcho.
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